Felipe de Edimburgo, un príncipe consorte como ninguno

El mensaje recogió palabras de la soberana durante la celebración de sus 50 años de matrimonio en 1997: «Él ha sido simplemente, mi fortaleza y sustento durante todos estos años, y yo y toda su familia, como éste y otros países, le deben una deuda mayor que la que el jamás reclamaría» dijo la reina Isabel II.

Siempre visto al lado de la soberana, el duque de Edimburgo ha sido el príncipe consorte más longevo en la historia y fue conocido por su extraordinaria energía, entusiasmo y sentido del humor, ganándose el afecto de generaciones, como lo reconoció el primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, luego de su partida.

El compañero y cómplice de la reina también logró crear un estilo y rol propio dentro de la tradicional monarquía británica.

El joven Felipe y su princesa
Pese a una infancia difícil y solitaria, el joven príncipe de Grecia y Dinamarca cultivó una personalidad que cautivó a muchos, incluida la joven princesa Isabel. Felipe tenía 12 años cuando la conoció, y ella solo 8 años.

Según Margaret Rhodes, prima de la reina Isabel II, la pareja se reencontró años después y la futura soberana ya no tuvo ojos para nadie más.

«Creo que se enamoró de él cuando solo tenía 13 años. Dios, él era muy guapo. Era como un dios vikingo. Ella nunca se fijó en nadie más y él se convirtió en una sólida roca a su lado», explicó Rhodes en una entrevista con CNN en 2013.

La pareja se casó en 1947. Para ello, Felipe tuvo que renunciar a su religión y sus títulos de Dinamarca y Grecia para naturalizarse como británico. Durante los primeros años de matrimonio, disfrutaron de su vida en pareja y también de su popularidad mientras Felipe continuaba su carrera como oficial de la Marina. Su primer viaje juntos a EE.UU. y Canadá, en 1951, congregó a multitudes.

Pero las cosas cambiaron para la pareja con la muerte del padre de Isabel, el rey Jorge VI.

La joven princesa fue coronada como Isabel II en junio de 1953 y Felipe abandonó su carrera naval para estar al lado de su esposa, representar a la corona en innumerables visitas de Estado alrededor del mundo y recibir a dignatarios y jefes de Estado por más de 70 años hasta su retiro de la vida pública, en agosto de 2017.

La personalidad de Felipe de Edimburgo y su relación con Isabel II
Felipe fue conocido a través de los años por ser un hombre directo, con una fuerte personalidad, amante de la conversación, un peculiar sentido del humor y sobre todo, por decir lo que pensaba, una característica muy celebrada por los británicos.

«Tenía una mentalidad muy independiente. Él decía y hacía lo que le parecía mejor y no le gustaba ser controlado», nos dice Max Foster, corresponsal real de CNN.

En un mensaje de homenaje a su padre luego de su muerte, la princesa Ana de Inglaterra contó cómo su padre siempre buscaba establecer un vínculo especial con los demás: «Su habilidad para tratar a cada persona como un individuo por derecho propio, con sus propias virtudes».

La relación de Felipe con su esposa ha sido descrita por muchos como una fuerte alianza y complicidad única.

«Tenían una relación muy sólida, ella se enamoró de él desde que era una niña y han pasado por todo juntos», nos dice Kate Williams, historiadora real de CNN.

El exsecretario de Comunicaciones de la reina, Simon Lewis, le contó a Christiane Amanpour, la presentadora jefa internacional de CNN, de cómo fue testigo durante su entrevista de trabajo de la relación tan cercana que mantenían fuera de cámaras. «La llamó Lilibeth, lo cual pensé fue una muestra muy cariñosa y que nos da una idea de su relación, una relación que estuvo impulsada por su mutuo compromiso de hacer lo correcto para el país y para la familia real».

En esa relación, Felipe se vio a si mismo como los ojos y oídos de su esposa, agrega el exsecretario de la reina. «Él realizaba actividades, salía, conocía a gente y llevaba todo ese conocimiento a la reina», se complementaban muy bien, añade Lewis.

Una fuerte alianza que se basó en personalidades muy distintas y hasta opuestas, explica la historiadora Williams.

«Ella es muy concienzuda y muchas veces silenciosa, él es mucho más extrovertido», dice Williams.

Esa sólida relación y complicidad significó que mientras Isabel II es la jefa de Estado como reina, Felipe fue quien lideró la familia.

«Uno puede pensar que la reina está siempre a cargo y lo está en público, pero entre bastidores Felipe era el que tomaba muchas de las decisiones importantes para la familia, él era el patriarca», explica Foster.

Un príncipe consorte sin rol oficial
Con el humor que lo caracterizaba, el propio duque describió su rol en una ocasión como «el más experimentado develador de placas conmemorativas en el mundo».

Pero lo cierto es que su papel fue más allá.

Además de sus compromisos al lado de Isabel II y un apoyo incondicional que pudo venir con frustraciones al dejar su carrera en la Marina, según muchos analistas, el duque de Edimburgo ha sido un activo representante de la corona.

El príncipe asistió solo a más de 22.000 eventos y 637 viajes al extranjero hasta que se retiró. Realizó cerca de 5.500 discursos y fue patrón o presidente de 800 organizaciones que fomentan particularmente la investigación y desarrollo científico, tecnológica, el impulso al deporte, y sobre todo, la conservación del medio ambiente. El Premio Duque de Edimburgo opera en más de 140 países y alienta a millones de jóvenes a servir a sus comunidades, experimentar la aventura y desarrollar y aprender de experiencias fuera del salón de clase.

Y aunque Felipe nunca tuvo un rol oficial y constitucional dentro de la monarquía, fue la propia reina Isabel quien puso en claro durante un discurso en 1952 que el príncipe consorte tenía un «lugar, preeminencia y precedencia» en su reinado.

El príncipe definió su propio rol en los años siguientes.

«Ha forjado su propio rol para sus propias ideas, especialmente en lo que refiere a ciencia y tecnología y durante ciertas ocasiones de la vida de la familia real como la coronación de la reina y su decisión de involucrar a los medios de comunicación», nos explica Williams

Los historiadores concuerdan en que fue Felipe quien convenció a la soberana a aceptar a los medios de comunicación como una forma de acercarse a su pueblo. Fue por iniciativa del duque que un documental sobre la familia real salió al aire en 1969 mostrando imágenes de su vida diaria como cualquier familia, como el príncipe preparando salchichas en la barbacoa.

«Creo que la historia reconocerá al príncipe Felipe por su rol de modernizador dentro del contexto de una institución tan histórica como la monarquía», una monarquía que necesitaba avanzar para las próximas generaciones, dice Lewis.

Su temprano interés sobre nuevas tecnologías también es otro ejemplo de cómo el duque intentó que la monarquía británica se ponga al día con los nuevos tiempos.

«En 1998 había 100 millones de usuarios del internet (en el mundo), hoy son 5.400 millones de usuarios. El príncipe Felipe se dio cuenta de este fenómeno y lideró la idea de que tener un sitio web para monarquía atraería el interés y atención en ella y ampliaría el alcance de sus mensajes» cuenta Lewis.

Los temas ambientales son otro ejemplo, añade el exsecretario de la reina.

Sus chistes y comentarios inapropiados
Y este modernizador que se adelantó a su tiempo también fue conocido por un sentido del humor muy peculiar, comentarios improvisados y muchas veces inapropiados, celebrados por muchos y criticados como racistas por otros.

En un tributo personal luego de su muerte, el príncipe Harry, duque de Sussex, celebró la personalidad de su abuelo y su sentido del humor. «Él era auténticamente él mismo, con un ingenio muy agudo, y llamaba la atención en cualquier lugar debido a su encanto y también porque nunca se sabía que diría a continuación».

Algunos comentarios, sobre todo acerca de otras nacionalidades, causaron controversia y fueron considerados racistas.

En 1998 y durante una conversación con un estudiante británico quien había estado haciendo excursionismo en Papua Nueva Guinea, el príncipe preguntó: «¿Entonces, lograste que no te comieran?», refiriéndose aparentemente a una creencia sobre canibalismo practicado en las islas del Pacífico Sur.

En 2003, durante la reunión de los jefes de gobierno de la Mancomunidad de Naciones o Commonwealth en Nigeria, un travieso Felipe saludó al entonces presidente Olusegun Obasanjo, quien vestía un atuendo tradicional de su país y dijo: «Usted parece que está listo para ir a la cama».

En América Latina, medios de prensa han atribuido al príncipe consorte haberle dicho en Paraguay en 1963 al dictador paraguayo Alfredo Stroessner: «Es un placer estar en un país que no es gobernado por su pueblo».

Un príncipe consorte como ninguno, que forjó un rol para sí mismo y quien siempre tuvo claro que su deber más importante fue su apoyo incondicional a su esposa, compañera y soberana del Reino Unido.

Follow Us on Social

Most Read