emigrantes de cruzar la frontera hispano-marroquí de Melilla, un “ataque a la integridad” de España, afirmó, que se saldó con la muerte de 23 de ellos en el lado marroquí.
“Si hay un responsable de todo lo que parece ha sucedido en esa frontera, son las mafias que trafican con seres humanos”, dijo Sánchez en una conferencia de prensa en Madrid, evitando críticas a las fuerzas de seguridad marroquíes, de las que elogió su colaboración para frenar el cruce.
Sánchez dijo que se trató de un “asalto violento (...) a una ciudad que es territorio español. Por lo tanto, fue un ataque a la integridad territorial de nuestro país”.
“En segundo lugar, quiero recordar también que la gendarmería marroquí trabajó coordinadamente con las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado para repeler este asalto tan violento”, continuó.
Las víctimas murieron “en una estampida y al caer de la valla” que separa el enclave español del territorio marroquí, explicó una fuente de las autoridades marroquíes, pero grupos de derechos humanos de este país norafricano reclamaron una investigación de lo ocurrido.
El número de muertos subió a 23, según un balance actualizado publicado el sábado por la noche por las autoridades locales marroquíes, que antes habían informado de 18 víctimas fatales.
“Cinco migrantes murieron, lo que eleva el balance a 23 muertos”, indicó a la AFP una fuente de las autoridades de la provincia de Nador, precisando que “18 migrantes y un miembro de las fuerzas del orden permanecen bajo observación médica”.
Este balance es, de lejos, el más grave de las numerosas tentativas de entradas multitudinarias tanto en Melilla como en el otro enclave español en Marruecos, Ceuta, que constituyen las únicas fronteras terrestres entre la Unión Europea y África.
Piden una investigación
“Pedimos una investigación rápida y transparente”, declaró a la AFP Mohamed Amine Abidar, presidente de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) de Nador, en el norte de Marruecos.
El presidente de la ciudad autónoma de Melilla, Eduardo de Castro, condenó la respuesta de Marruecos para frenar a los inmigrantes.
“Estos subsaharianos invaden un territorio de manera violenta, no es la primera vez, pero hay que sopesar y tener cierta proporcionalidad por parte de Marruecos”, dijo De Castro a la televisión pública española TVE.
En la misma línea, los socios de gobierno de Sánchez, el partido de extrema izquierda Podemos, criticaron la respuesta marroquí, hablando de uno de “los atropellos humanitarios más graves de la historia de nuestra frontera sur”, dijo la responsable de asuntos internacionales de esta formación, Idoia Villanueva.
La calma volvió el sábado a Nador, ciudad limítrofe con el enclave español, así como a las inmediaciones de la alta valla de hierro que separa el territorio marroquí de Melilla, según periodistas de la AFP.
No había rastro de inmigrantes en la ciudad. Según Abidar, “se habrían alejado por miedo a ser desplazados por las autoridades marroquíes”, generalmente hacia el sur del país.
Un testigo vio varios autobuses que llevaban a los migrantes fuera de Nador.
Quienes presenciaron los acontecimientos del viernes daban cuenta de su ferocidad. “Es la tentativa” de entrar a Melilla “más violenta que he visto”, confió a la AFP Rachid Nerjjari, camarero en un café frente a la valla en el lado marroquí, asegurando que vio a “migrantes armados con palos y barras de hierro”, algo insólito.
En el lado español, unos trabajadores reparaban los desperfectos de la valla fronteriza.
Primer salto tras el deshielo Rabat-Madrid
En cuanto a los daños sufridos por las fuerzas de seguridad, las autoridades marroquíes cifraron en 140 los agentes heridos a su lado, cinco de ellos graves, y las españolas en 49 los suyos, todos ellos leves.
Fue el primer gran intento de entrada ilegal desde que Madrid y Rabat superaron una crisis diplomática y, según las autoridades locales marroquíes, estuvo “marcado por el uso de métodos muy violentos de parte de los migrantes”.
Los últimos intentos de penetración masiva en España por uno de sus enclaves norteafricanos (Ceuta y Melilla) fueron a principios de marzo, antes del deshielo de las relaciones hispano-marroquíes.
La crisis diplomática entre ambos países se desató después de que España acogiera en abril de 2021 al jefe de los independentistas saharauis del Frente Polisario, Brahim Ghali, para tratarse de COVID-19 en un hospital del país.
Marruecos reivindica el Sáhara Occidental, una antigua colonia española, y la crisis diplomática se cerró cuando España abandonó su neutralidad histórica entre independentistas saharauis y Rabat para respaldar el plan marroquí para el territorio, consistente en dotarlo de autonomía.
Este cambio de postura le valió numerosas críticas al gobierno de Pedro Sánchez, y varias voces de la oposición lo interpretaron como una concesión a Rabat para que frenara la llegada de inmigrantes.
El punto álgido de la crisis hispano-marroquí se dio en mayo de 2021, cuando, aprovechando que las autoridades marroquíes habían relajado los controles, unos 10.000 inmigrantes entraron en Ceuta.