venció al candidato independiente Nils Naumann en la pequeña ciudad de Raguhn-Jessnitz, Sajonia-Anhalt, y se convirtió en el primer alcalde de un partido de la extrema derecha en Alemania. Esto ocurrió una semana después de que Robert Sesselmann, también de la AfD, ganara en segunda vuelta el cargo de Concejal en el distrito de Sonneberg, en Turingia.
Aunque los dos distritos son relativamente pequeños, los resultados se consideran significativos porque confirman una tendencia en las encuestas nacionales: el partido de extrema derecha cuenta ahora con la aprobación del 20 por ciento de los votantes alemanes, la misma que los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz.
"La política (ambientalista) del Gobierno de coalición está inquietando a la gente", afirma Ursula Münch, directora de la Academia de Formación Política de Tutzing, en Baviera. Un estudio de la Universidad de Leipzig sugiere una explicación más sencilla, aunque más inquietante: muchos votantes alemanes, sobre todo en el este del país, tienen posturas racistas.
Igualmente alarmantes fueron los resultados de otra encuesta, publicada el 29 de junio, según la cual el sentimiento populista de la AfD está ganando más apoyo entre los alemanes de clase media. El estudio en curso, realizado por el Instituto Sinus de Investigación Social, reveló que el segmento de clase media de los votantes de la AfD ha pasado del 43 por ciento hace dos años al 56 por ciento en la actualidad.
"Lo que estamos viendo actualmente es que las clases medias más jóvenes y modernas, que en realidad están mejor educadas, también están mostrando afinidad con la AfD", dijo a DW Silke Borgstedt, directora del Instituto Sinus. "Aunque aún no podemos decir si eso se debe a que los otros partidos no elaboran el programa adecuado, o si es una decisión consciente".
::: Los conservadores en la cuerda floja :::
A pesar de las criticas al Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz, el partido que se enfrenta al mayor dilema es la Unión Cristianodemócrata (CDU), de centro-derecha, que, a pesar de liderar las encuestas, está luchando por sacar provecho de los errores y el debate que genera el Gobierno de coalición.
El líder de la CDU, Friedrich Merz, ha fracasado en su promesa de reducir a la mitad la base electoral del AfD en 2019, mientras su retórica es obstinadamente más antiizquierda que antiderecha. Incluso después de los recientes éxitos de la AfD, declaró a principios de esta semana que Los Verdes siguen siendo el "principal oponente" de la CDU, a pesar de que la CDU está en coalición con el partido ecologista en seis de los 16 Gobiernos regionales de Alemania.
"Creo que es importante que los partidos tradicionales intenten competir en política con los partidos de extrema derecha", dijo a DW. "No deberían simplemente retirarse y decir: ese es un partido de extrema derecha, no queremos tener nada que ver con ellos".
::: Pocos se inmutan ante el racismo manifiesto :::
Lo que resulta especialmente preocupante para muchos es que tantos votantes alemanes parezcan no inmutarse no solo por el racismo a menudo manifiesto de la AfD, sino también por el hecho de que el partido esté bajo vigilancia como amenaza potencial contra el orden constitucional.
La Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), la agencia de inteligencia nacional alemana que rastrea a los extremistas, ha clasificado a ciertas partes de la AfD como extremistas de derecha, y a la AfD en su conjunto como "caso sospechoso".
Pero según Münch, muchos alemanes -especialmente, aunque no sólo en el este de Alemania- mantienen una actitud crítica hacia la agencia de inteligencia. En una reciente rueda de prensa, el presidente de la BfV, Thomas Haldenwang, pareció sugerir que los alemanes deberían pensárselo dos veces antes de votar al AfD.
Por último, Silke Borgstedt, de Sinus, confía en que, a pesar de las cifras actuales, los partidos de la corriente dominante alemana no deben alarmarse todavía.
"Hay una base de extrema derecha, y hay una parte de los votantes que están fuertemente influenciados por el estado de ánimo actual", dijo. Y se mostró ligeramente optimista, pues el estado de ánimo puede cambiar antes de las próximas elecciones generales de 2025.