“Nos estamos llenando de miembros de organizaciones mexicanas y miembros de organizaciones colombianas”, dijo Walter Espinoza, fiscal para el crimen organizado de Costa Rica, en un foro del centro de estudios Woodrow Wilson en Washington.
Indicó que esta migración es resultado de la presión que los cárteles están enfrentando en el norte, “o sea en México hay una lucha constante y también en Colombia, (y) pues los traficantes se nos están yendo a vivir a Costa Rica.
Desde ahí, dijo, estos criminales coordinan actividades, lavan dinero, “planean actividades criminales de toda naturaleza, que incrementan los problemas diarios de la policía, de la ciudadanía y de los fiscales”.
El funcionario indicó ante fiscales y expertos en seguridad de otros países que la presencia de narcotraficantes mexicanos y colombianos en su país ha generado una situación de violencia sin precedente.
“Ahora nos aparecen decapitados, personas desmembradas, calcinados”, sostuvo Espinoza al señalar que de los 474 homicidios violentos registrados en el 2012, por lo menos 100 estuvieron relacionados con el crimen organizado.
En forma adicional, las autoridades costarricenses están teniendo que confrontar un creciente tráfico de drogas, particularmente cocaína procedente del sur en ruta al norte, lo cual está avivando aún más la violencia armada.
De acuerdo con Espinoza, durante los últimos seis años las autoridades costarricenses han incautado 130 toneladas métricas de cocaína, cifra que -dijo- evidencia esta situación y el enorme reto que confrontan.
Las autoridades se han visto obligadas a concentrar recursos en este frente, como resultado de lo cual se ha descuidado el combate de la delincuencia convencional, colocando a la población en una situación de mayor vulnerabilidad, enfatizó.