En un comunicado, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) indicó que toda la población de la República Centroafricana ha sido afectada debido “al colapso de los servicios y de la ley y el orden”, tras el golpe de Estado en esa nación.
A finales de marzo pasado, grupos rebeldes aglutinados bajo el nombre de Seleka entraron a Bangui, la capital, y expulsaron al gobierno de ese país.
El Unicef destacó además que mandó 23 toneladas de ayuda humanitaria a Bangui, que incluyó medicinas, materiales obstétricos y tanques de agua, lo que representó uno de los primeros envíos de asistencia tras la expulsión del gobierno.
El organismo declaró que muchos hospitales y clínicas fueron saqueados y reportan graves pérdidas de equipos médicos, muebles y suministros, por lo que las provisiones enviadas servirán para tratar a unas 200 mil personas en los próximos tres meses.
Souleymane Diabate, representante del Unicef en Bangui, manifestó que la ayuda que mandaron sólo servirá para atender lo que llamó “la punta del iceberg”, debido a todo lo que fue saqueado y perdido en el país desde la toma rebelde del gobierno.
“Ha sido demasiado lo perdido en el saqueo en un país donde los niños (que ascienden a 2.3 millones de la población) ya enfrentan algunas de las más difíciles condiciones de supervivencia en el mundo”, sostuvo Diabate.
El Unicef lamentó además que sólo el 13 por ciento de los 172 millones de dólares del fondo de emergencia del organismo para ese país ha sido financiado hasta el momento.