El presidente del Comité Ciudadano de Defensa de los Naturalizados y Afrodescendientes aseguró además que la epidemia de cólera en el país continúa.
Al encabezar un acto en memoria de los más de 316 mil muertos en el sismo de 7.2 grados Richter ocurrido el 12 de enero de 2010, el activista reclamó a los gobiernos del mundo que cumplan los compromisos de ayuda y apoyo a Haití que hicieron en el momento de la primera emergencia.
Consideró que por ahora sólo Australia, Brasil y Noruega han honrado el compromiso de ayuda que hicieron en su momento tanto al pueblo haitiano como a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero los demás países no cumplieron con su responsabilidad.
Más inaceptable es que la comunidad internacional acepte que en pleno siglo XXI, más de 170 mil haitianos vivan en condiciones infrahumanas como sucede con los refugiados.
Haití es un país hermano que necesita de la ayuda de los demás y lo han abandonado, a pesar de la gran cantidad de ayuda que llegó en su momento, declaró el haitiano en la ceremonia realizada en la columna del Ángel de la Independencia.
Respecto al apoyo de México, Metelus comentó que no obstante el gran apoyo dado con grandes cantidades de alimento y dinero que donó la población, sigue siendo insuficiente.
Además recordó que aproximadamente 750 haitianos llegaron en su momento a México y que hasta el día de hoy muchos de ellos tienen dificultades migratorias; prueba de ello es que apenas la semana pasada fueron deportados cinco haitianos, uno de los cuales intentó suicidarse bebiendo cloro.
"Hemos recibido bastantes quejas de nuestros hermanos haitianos que no les han renovado sus documentos en migración y que los persiguen los agentes migratorios", denunció.
Por ello Wilner Metelus insistió en su llamado a las autoridades a que actúen de manera humanitaria con los migrantes y especialmente que dejen de perseguir a los haitianos que llegaron después del terremoto.
Wilson Charles es uno de los sobrevivientes del terremoto de 2010. Estudiaba en la Facultad de Medicina de la Universidad de Puerto Príncipe, a donde iba llegando la tarde de ese 12 de enero "cuando la tierra se empezó a mover".
"Lo único que pude ver era la Facultad de Medicina de la Universidad y el hospital cuando se caían. El país estaba totalmente con polvo, nadie entendía lo que estaba pasando hasta que vinieron los gritos", relató.
"Luego, la gente comenzó a tratar de ayudar como podía, pero el momento era tan dramático ?narró? que la gente no sabía qué hacer".
"En ese momento entregamos el alma de toda esa gente en la mano de Dios". Fueron 316 mil víctimas que quedaron entre los escombros de los edificios que colapsaron, continuó.
Por eso también llamó a la comunidad internacional a seguir ayudando a Haití, que todavía no supera del todo la emergencia.