Así lo solicitó el pontífice desde la logia central de la basílica vaticana, a la que se asomó para leer este mensaje pascual e imponer, posteriormente, la bendición "urbi et orbi" con motivo del Domingo de Resurrección.
Durante su alocución, ante más de 150.000 fieles congregados en las inmediaciones del templo, mencionó los conflictos que se viven en países como Ucrania, Irak, la República Centroafricana o Sudán del Sur y reclamó el fin de las tensiones entre israelíes y palestinos y de los ataques terroristas en Nigeria.
Asimismo, pidió a Cristo que interceda para acabar con la epidemia de ébola que se vive en países africanos como Sierra Leona, Libera y Guinea.
Sobre Venezuela el pontífice llamó a la "concordia" entre las partes, el Gobierno de Nicolás Maduro y sus opositores, que ya han solicitado la participación de la Santa Sede en sus negociaciones.
"Que las almas se encaminen a la reconciliación y a la concordia fraterna en Venezuela", pidió el primer papa latinoamericano.
Por otro lado, el obispo de Roma hizo especial hincapié en el conflicto de Siria y rezó por la liberación de los sacerdotes secuestrados y por todos aquellos que sufren persecución por profesar una fe.
"Te suplicamos, Señor, por Siria, la amada Siria, para que todos los que sufren las consecuencias puedan recibir la suficiente ayuda humanitaria y para que las partes en causa no usen más la fuerza para sembrar la muerte", aseveró.
No obstante, no solo criticó la guerra sino que el papa se dirigió, de nuevo, a los más débiles, a los que sufren violencia o pasan hambre por culpa de los desperdicios.
"Ayúdanos Señor a derrotar la plaga del hambre, agravada por los conflictos y por los inmensos desperdicios de los que, a menudo, somos cómplices (...). Ayúdanos también a proteger a los indefensos, sobre todo a los niños, las mujeres y los ancianos, tantas veces objeto de abandono", afirmó.
Por último, también se encomendó a Cristo para que calme a todos aquellos que "han dejado su propia tierra para emigrar en busca de lugares donde poder esperar un futuro mejor".
"Para todos los pueblos de la Tierra te pedimos, Señor, tú que has vencido a la muerte, danos tu vida y tu paz", solicitó el pontífice.
Con estas palabras y con la posterior bendición "Urbi et orbi", Bergoglio puso fin a las ceremonias de la Semana Santa, la segunda que preside desde la silla del Apóstol San Pedro.