"Los errores judiciales tienen más posibilidades de ser detectados en el caso de las penas capitales" porque los condenados a muerte se benefician de una mayor atención, concluye la investigación publicada en la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences).
Este estudio, único en su género, se basó en la situación de 7.482 condenados a muerte entre enero de 1974 y diciembre del 2004, de los cuales un 12,6% fueron ejecutados. Aunque no se aventuran a dar cifras sobre los ejecutados por error, los investigadores consideran que la cifra ronda el 4% de los ajusticiados si se tiene en cuenta la cantidad de condenados a muerte declarados inocentes después de que su pena fuera conmutada.
De todos modos, el estudio advierte sobre la situación de aquellos que salen del corredor de la muerte y son condenados a cadena perpetua.
"Cerca de dos tercios" de los condenados a muerte ven conmutada su pena durante el proceso de apelación. Cuando los jurados dudan de la culpabilidad del acusado eligen la cadena perpetua. "El resultado es que la mayoría de los condenados a muerte inocentes en Estados Unidos no son ni ejecutados ni liberados. Son condenados o vueltos a condenar a reclusión de