Los 25 metros de largo de su cuerpo en descomposición se encuentran justo frente a un paseo marítimo.
De acuerdo con Emily Butler, funcionaria municipal, el cuerpo se está llenando de gas metano, lo que −además de representar un riesgo de explosión (algo que ocurrió en el pasado)− producirá un olor pestilente.
Las autoridades locales y el gobierno federal de Canadá no se ponen de acuerdo acerca de quién debe deshacerse del animal.