A solo 15 días del inicio del Mundial-2014 en Brasil, policías del Batallón de Choque lanzaron gases contra cerca de un millar de manifestantes, incluidos niños y ancianos, para impedir que se acercaran al estadio Nacional Mané Garrincha, que acogerá varios juegos de la Copa.
Algunos manifestantes respondieron lanzando piedras contra los cerca de 500 agentes que rodeaban el estadio.
Poco antes, cerca de medio millar de líderes indígenas de cien etnias de todo Brasil -incluido el jefe indígena Raoni, de 84 años, gran defensor de la Amazonia- subieron al techo del Congreso en reclamo de políticas para sus pueblos.
"Subir al Congreso fue un acto de valor, muestra que somos guerreros y defendemos nuestros derechos", dijo Tamalui Kuikuru, de la región del Xingú de Mato Grosso (centro oeste).
Los indígenas, que llegaron luciendo sus pinturas, plumas, arcos y flechas tradicionales, descendieron pacíficamente del techo del Congreso poco después, recorrieron la gran avenida donde se encuentran los ministerios y luego se sumaron a varios cientos de manifestantes antiCopa y del movimiento de los Sin Techo que marchaban hacia el estadio.
En el Mané Garrincha se encuentra desde este martes el trofeo de la Copa, en exhibición para el público en las ciudades sede antes del torneo.
"¿La Copa es para quién? ¡No es para nosotros!", clamaba poco antes de los enfrentamientos con la policía un manifestante por un altavoz. "La Copa no la quiero, quiero ese dinero para salud y educación", gritaba.
La manifestación ocurre en un contexto de protestas contra la Copa del Mundo y huelgas en varios sectores a las puertas del Mundial, que se extenderá entre el 12 de junio y el 13 de julio.
Una huelga de conductores de autobuses paralizó el martes Salvador (noreste), una de las 12 ciudades sede del Mundial, y la policía fue reforzada para garantizar la seguridad de las unidades en circulación.
"ESPANTAR EL MAL"
En Brasilia, los indígenas iniciaron su protesta con rezos tradicionales, al ritmo de sus maracas, en la plaza de los tres poderes, flanqueada por los edificios de la Presidencia de la República, el Congreso y la Corte Suprema. Algunos ancianos usaban humo para "espantar el mal", según explicaron a la AFP.
"Antes de hacer Copa del Mundo, Brasil debía pensar mejor en la salud, la educación, la vivienda. Vemos manifestaciones de los pueblos: no se gastan tantos millones para un evento que no trae beneficios", dijo el indígena Neguinho Truká, de la etnia Truká de Pernambuco (noreste), con una tradicional corona de plumas azules y rojas en la cabeza.
Los indígenas han multiplicado sus protestas en la capital durante el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, a la que acusan de frenar la demarcación de sus tierras ancestrales y de favorecer a los grandes agricultores.
OLA DE HUELGAS
Brasil fue sacudido por una ola de manifestaciones en junio pasado, durante la Copa Confederaciones, para reclamar que el gasto público en los estadios fuera redirigido a la salud, la educación y el transporte.
Las manifestaciones, que continuaron durante meses aunque con muchísima menos intensidad, han estado más vinculadas en las últimas semanas a movimientos sociales organizados, desde sindicatos a partidos de izquierda radicales, ONGs críticas al Mundial, el Movimiento de Campesinos Sin Tierra o los Sin Techo.
Varios sectores, de policías a profesores, pasando por los conductores de autobuses de Rio, Sao Paulo (sureste), Salvador y Sao Luis de Maranhao (noreste), aprovechan la cercanía de la Copa para pedir aumentos salariales y hacer huelga.
Los trabajadores del metro de Sao Paulo, que transporta cada día a 4,5 millones de personas, deben decidir este martes si entran en huelga.
Los choferes de autobuses de Sao Paulo realizaron la semana pasada una huelga de dos días que afectó a más de un millón de personas y provocó gigantescos embotellamientos en la ciudad.
Los profesores de la red de enseñanza pública del municipio y del estado de Rio de Janeiro también están en huelga, y el lunes unos 200 de ellos bloquearon brevemente la salida del bus que transportaba a la Seleçao brasileña hacia su centro de entrenamiento. "No habrá Copa; habrá huelga", rezaban algunos de los carteles.
Trabajadores del transporte y de la salud de Rio de Janeiro evalúan asimismo entrar en huelga. Los vigilantes bancarios de Rio paralizaron sus actividades hace casi un mes.