Las sanciones económicas que desea asestar la Unión Europea en contra de Rusia, podría desatar un elevado costo en el precio del petróleo de hasta 200 dólares por barril, según la consultora Oxford Economics. Las consecuencias de seguir en el orden de las sanciones podrían traer también, una nueva recesión a nivel internacional.
El riesgo está en que a pesar de la lacónica recuperación económica estadunidense y europea, un posible rompimiento comercial con el coloso ruso, desataría una nueva crisis mundial, no sólo económica, sino también energética. La Unión Europea olvida que Rusia es su tercer socio comercial, comprando 84% de las exportaciones rusas de petróleo y un 76% del gas natural, es decir, la cuarta parte de los países europeos depende de los suministros energéticos rusos.
Rusia pretende construir un gasoducto que pase por el Mar Negro (al sur de Ucrania) hacia los Balcanes, llamado “South Stream” para diversificar sus rutas de exportación hacia Europa, reduciendo la dependencia en el tránsito del gas que pasa por Ucrania. No sólo esto, sino que Rusia pretende establecer acuerdos de cooperación con Cuba y los países BRICS del cual, Rusia es miembro (Brasil, China, India, Sudáfrica) por medio de sus paraestatales Rosneft y Zarubezhneft.
No en vano, la visita de Vladimir Putin a América Latina fue para reforzar la cooperación energética, militar y económica, con el fin de impulsar nuevos acuerdos y desestabilizar e incluso chantajear tanto a la Unión Europea como a Estados Unidos, en los temas petroleros. Rusia afianza un lugar predominante en la Geopolítica Internacional: por un lado, crea estrechos vínculos con China e India para establecer acuerdos energéticos; y por otro lado, refuerza lazos comerciales y energéticos con empresas paraestatales latinoamericanas con el fin de diversificar sus exportaciones petroleras.
Es así como Ucrania se ensombrece en las deudas gasíferas con Rusia y económicas con la Unión Europea y el FMI; Y Rusia, adquiere mayor prestigio y alianzas a nivel internacional.