así facilitar que el Congreso revoque una ley que impide el traslado de los detenidos a Estados Unidos, ya que los republicanos consideran un riesgo innecesario para la seguridad nacional su presencia.
El domingo aterrizaron en Uruguay seis detenidos que, desde 2009, tenían el visto bueno para abandonar el penal. Ninguno de ellos tenía cargos y todos llegaron a Guantánamo en 2002, poco después de que la Administración de George W. Bush decidiera inventarse una prisión en la que detener sin acusación a los sospechosos detenidos en la guerra contra el terrorismo desatada tras los ataques del 11-S.
La transferencia a Uruguay de cuatro sirios –ya no queda en el penal ningún ciudadano de esa nacionalidad-, un tunecino y un palestino es la primera a un país suramericano, la mayor en bloque desde 2009 y ha supuesto un largo año de negociaciones que parecía concluir cuando el presidente José Mujica aceptaba en mayo pasado el traslado. Sin embargo, y a pesar de que el Pentágono daba el visto bueno el julio, la salida de los seis hombres se vio paralizada debido en parte a las elecciones presidenciales del pasado mes en Uruguay.