Víctimas mujeres y niñas yazidíes de violencia sexual

violaciones y otras formas de violencia sexual, que pone de manifiesto la brutalidad ejercida por el EI.

En el documento, titulado "Escapar del infierno: tortura y esclavitud sexual en cautividad por el Estado Islámico en Irak", AI ofrece una perspectiva de los atroces abusos sufridos por yazidíes que han sido secuentradas, vendidas o regaladas a los miembros del EI.

“Cientos de mujeres y niñas yazidíes han visto sus vidas destrozadas por los horrores de la violencia sexual y la esclavitud sexual bajo cautiverio del EI”, afirmó en el reporte Donatella Rovera, asesora general de Respuesta a la Crisis de la organización no gubernamental (ONG).

Amnistía Internacional (AI) aseguró que su personal habló con más de 40 niñas y jóvenes excautivas del grupo extremista, antes denominado Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), en el norte iraquí.

“Muchas de las que son retenidas como esclavas sexuales son niñas: de 14 o 15 años, e incluso menos. Los combatientes del EI utilizan la violación como arma, en ataques que constituyen crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad”, destacó la organización, con sede en esta ciudad.

Las mujeres y las niñas forman parte de las miles de personas yazidíes de la región de Sinjar, en el noroeste de Irak, que desde agosto han sido blanco de ataques en una oleada de limpieza étnica lanzada por el EI, que está decidido a eliminar a las minorías étnicas y religiosas.

Los horrores sufridos bajo cautiverio del EI han traumatizado de tal manera a estas mujeres y niñas que algunas se han visto orilladas a cometer suicidio. Jilan, de 19 años, se quitó la vida mientras permanecía cautiva en Mosul porque temía que la violaran, contó su hermano a AI.

Otra de las niñas que estuvo recluida en la misma habitación que Jilan y otras 20 cautivas, entre ellas dos de 10 y 12 años, dijo a Amnistía Internacional cómo fue que la joven se quitó la vida para evitar ser agredida sexualmente por los combatientes del EI.

“Un día nos dieron una ropa que parecían trajes de baile, y nos dijeron que nos bañáramos y nos la pusiéramos. Jilan se mató en el cuarto de baño. Se cortó las muñecas y se colgó. Era muy hermosa, y creo que sabía que un hombre se la iba a llevar, y por eso se mató”, recordó la menor.

Wafa, de 27 años, otra excautiva, contó a AI que ella y su hermana habían intentado quitarse la vida una noche, después de que su captor las amenazara con el matrimonio forzado. Trataron de estrangularse con unos pañuelos, pero dos niñas que dormían en la misma habitación se despertaron y se lo impidieron.

“Nos atamos los pañuelos alrededor del cuello y tiramos hacia atrás, alejándonos una de la otra, con todas nuestras fuerzas, hasta que me desmayé (...) Después, estuve varios días sin poder hablar”, indicó la mujer.

La mayoría de los autores de los abusos son hombres iraquíes y sirios; muchos son combatientes del EI, pero se cree que otros son simpatizantes del grupo, según varias excautivas, retenidas en casas familiares, donde convivían con las esposas e hijos de sus captores.

Randa, de 16 años, residente de un pueblo cercano al monte Sinjar, dijo a IA que fue secuestrada junto con decenas de miembros de su familia, incluida su madre, en avanzado estado de gestación y que luego la dieron como “regalo” a un hombre que le doblaba la edad y que la violó.

“Lo que me hicieron a mí y a mi familia es tan doloroso… Da’esh (EI en árabe) nos ha arruinado la vida (...) ¿Qué será de mi familia? No sé si los volveré a ver", indicó la adolescente iraquí en el reporte.

“Los daños físicos y psicológicos de la atroz violencia sexual que estas mujeres han sufrido son catastróficos. Muchas han sido torturadas y tratadas como mercancía. Incluso las que han conseguido huir sufren un profundo trauma”, indicó Rovera.

La responsable de AI consideró que el gobierno del Kurdistán, las Naciones Unidas (ONU) y otras organizaciones humanitarias que proporcionan asistencia médica y otros servicios de apoyo a las supervivientes de violencia sexual deben redoblar sus esfuerzos.

“Deben garantizar que esos servicios lleguen de manera rápida y proactiva a todas las personas que puedan necesitarlos, y que las mujeres y las niñas están al tanto del apoyo con el que pueden contar”, declaró Donatella Rovera.

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