Los extremistas suníes, que siguen una interpretación radical del islam, han lanzado reiterados ataques contra minorías étnicas y religiosas en Siria e Irak desde que tomaron el control de amplias zonas en ambos países. Los combatientes de la milicia también han saqueado iglesias, demolido santuarios chiíes y suníes y esclavizado a mujeres de la comunidad yazidí, una pequeña secta a la que consideran hereje.
El último ataque comenzó antes del amanecer del lunes, cuando los milicianos arrasaron pueblos en la ribera del río Jabur, cerca de la localidad de Tal Tamr, en la provincia de Hassakeh. En la zona viven sobre todo asirios, un pueblo indígena cristiano que tiene sus orígenes en la antigua Mesopotamia.
En el asalto, los insurgentes tomaron entre 70 y 100 rehenes asirios, dijo Nuri Kino, jefe del grupo activista A Demand For Action - que se centra en las minorías religiosas en Oriente Medio-. Unas 3,000 personas lograron huir en el ataque y buscaron refugio en las ciudades de Hassakeh y Qamishii, añadió.
Kino dijo que su grupo basa sus informaciones en conversaciones con residentes que huyeron de la ofensiva y sus familiares.