El ex guerrillero de 79 años, que vive en una modesta chacra en las afueras de Montevideo, le devolvió la banda presidencial a su antecesor Tabaré Vázquez tras una gestión con claros y oscuros.
Vázquez asumió el segundo mandato tras convertirse en el 2005 en el primer presidente de izquierda del país.
"El pueblo uruguayo tiene que hacer todo lo posible por ayudar a un Gobierno que arranca. Darle toda la fuerza que pueda (porque) si le va bien, mejor le va a ir al país", dijo Mujica a periodistas al abandonar la principal plaza de la capital, donde entregó el mando vistiendo un traje sin corbata y lentes de sol.
"De mi parte, muchas gracias por lo mucho que me ha dado el pueblo uruguayo. Tuve el inmenso honor de jugar la suerte con él", agregó el ahora ex mandatario. "Algunas cosas lo hicimos y otras no, pero vendrán otros que sean mejores y así sucesivamente".
Mujica, quien adquirió amplia popularidad internacional por su manera sencilla de hablar y vestir, así como por sus discursos anticonsumismo, terminó su gestión con un 65 por ciento de aprobación popular, según la última encuesta de diciembre de la consultora Equipos.
Entre los mayores logros de su período se encuentran la estabilidad económica y la reducción de la indigencia y la pobreza a mínimos históricos, aunque la educación, la infraestructura, la inseguridad y un alto déficit fiscal quedaron en el debe de sus propuestas.
Mujica dijo días atrás que no se consideraba un buen presidente: "Es probable que sea un agitador. Hay una idea de que el presidente debe ser un gerente (...) Yo no creo que un pueblo sea una fábrica. La política no es gerenciar, la política es conducir".
"El "Pepe" marcó un antes y un después en la política, lo que no quiere decir que haya sido el mejor presidente. Pero igual avanzó y nos dejó un país mejor", dijo Lara Zabaleta, una estudiante de 26 años que votó a la coalición de izquierda Frente Amplio.