"Uno mi voz a la de los obispos de Myanmar, que la semana pasada lanzaron un llamamiento pidiendo la atención del mundo entero sobre la experiencia desgarradora de miles de personas que se han visto desplazadas en ese país y están muriendo de hambre", dijo Francisco.
El pontífice dijo que los obispos suplican "con toda la amabilidad permitir corredores humanitarios y que iglesias, pagodas, monasterios, mezquitas, templos, así como escuelas y hospitales, sean respetados como lugares neutrales de refugio".
"Que el corazón de Cristo toque el corazón de todos llevando la paz a Myanmar", añadió al término del rezo dominical del Angelus ante decenas de personas en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Según la Cruz Roja en Birmania, 236.000 personas que necesitan ayuda urgente a lo largo del país, donde la crisis económica desatada por la pandemia se ha incrementado desde el levantamiento militar del 1 de febrero, con un fuerte movimiento de desobediencia civil que ha conseguido parar la Administración y parte de la economía en protesta a la junta militar.
Al menos 857 personas han muerto desde el golpe por la brutal represión de las fuerzas de seguridad contra las manifestaciones pacíficas en oposición al mando castrense, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos, que contabiliza en más de 5.800 los arrestos desde el levantamiento.