Los gobiernos de México y Argentina informaron este lunes (21.06.2021) a través de un comunicado conjunto que llamaron a consultas a sus embajadores en Nicaragua por "las preocupantes acciones políticas-legales" adoptadas por el Gobierno de Daniel Ortega, aunque sin condenar expresamente dichas acciones.
El embajador de México, Gustavo Alonso Cabrera, y el de Argentina, Mateo Daniel Capitanich, fueron conminados a trasladarse a sus respectivas capitales para consultarlos sobre las acciones del Gobierno nicaragüense de los últimos días, que "han puesto en riesgo la integridad y libertad de diversas figuras de la oposición (incluidos precandidatos presidenciales), activistas y empresarios nicaragüenses".
"Argentina y México se mantendrán atentos a la evolución de los acontecimientos (...) y seguirán promoviendo inequívocamente el pleno respeto y promoción de los derechos humanos, las libertades civiles, políticas y de expresión de toda persona, con independencia de su nacionalidad y/o profesión", indicó el pronunciamiento emitido por los gobiernos de los mandatarios izquierdistas Andrés Manuel López Obrador, de México, y Alberto Fernández, de Argentina.
Quinto candidato detenido
El comunicado conjunto se conoce la misma jornada en que Nicaragua sumó el quinto arresto de un aspirante presidencial de oposición, con la detención del empresario periodístico Miguel Mora, a menos de cinco meses de que sean las elecciones generales en las que Ortega busca la reelección. La ola de capturas incluye a dos exvicecancilleres, dos históricos exguerrilleros sandinistas disidentes, un exdirigente empresarial, un banquero, cuatro activistas y dos extrabajadores de una ONG.
Pese a este documento, tanto Argentina como México se negaron a acompañar una resolución aprobada el 15 de junio por 26 países de la Organización de Estados Americanos (OEA) para condenar la persecución de los opositores, con el argumento de la "no intervención en asuntos internos".
En las elecciones del 7 de noviembre próximo, Ortega se jugará 42 años de primacía casi absoluta sobre la política nicaragüense. De ganar su tercera reelección consecutiva, el sandinista garantizaría su cuarto mandato de cinco años y segundo con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta.