que buscan ayuda del otro lado de la frontera para interrumpir sus embarazos
Con 23 años y un bebé de apenas cuatro meses, Anna* tenía claro que no se podía permitir otro embarazo. Pero también sabía que en Texas, con una de las legislaciones estatales sobre el aborto más restrictivas de Estados Unidos, no iba a poder interrumpirlo.
Así que encontró un número de teléfono en las redes sociales y simplemente escribió por WhatsApp: "Necesito abortar".
El mensaje lo recibió Sandra Cardona en Monterrey, México.
Cardona fundó hace seis años en la capital del norteño estado de Nuevo León la Red Necesito Abortar, a la que bautizó así precisamente para que, quien la requiriera, la encontrara fácilmente en Google y en las redes sociales. "No le iba a poner 'Las flores del campo' o 'Cosita bella'", le dice con humor a BBC Mundo.
Y desde entonces asiste cada semana a mujeres que optan por poner fin a sus embarazos tempranos con fármacos, como Anna, quien llegó una tarde a Monterrey "con su bebecita, lo tuvo por la noche (el aborto) y se fue por la mañana", le cuenta Cardona a BBC Mundo. "Vino con una amiga y nadie más sabía nada".
Son abortos autogestionados, que se llevan a cabo con pastillas de venta libre en México y sin tener que acudir a una clínica, sin necesidad de un procedimiento quirúrgico.
"Solamente yo acompaño de 120 a 140 mujeres al mes, y mi pareja, a entre 140 y 160", cuenta. "Y somos una red de 17 personas".
"Nos contactan, (diciendo) que quieren medicamentos y se los enviamos. Otras vienen y no se quedan, solo quieren el medicamento y que les expliquemos (el procedimiento). Y algunas quieren quedarse y que les acompañemos", prosigue.
Atienden a mujeres de Monterrey, a migrantes que se dirigen al norte y, cada vez más, a estadounidenses, sobre todo del estado que está al otro lado de la frontera, Texas.
"Hace un año o así atendí a la primera. Yo no hablo inglés, pero con ayuda de Google nos dimos a entender. Y desde lo de Texas la demanda ha crecido mucho".
El "campo de pruebas del EE.UU. post-Roe"
Con "lo de Texas" Cardona se refiere a que en septiembre del año pasado, casi al mismo tiempo que en un fallo histórico para México la Suprema Corte de Justicia despenalizaba el aborto voluntario, la Legislatura de Texas —el órgano estatal encargado del poder legislativo — aprobaba la que se conoce como "la ley del latido".
La Senate Bill 8 (S.B.8) prohíbe interrumpir la gestación si el doctor puede detectar actividad cardíaca embrionaria o fetal, lo que ocurre usualmente a partir de la sexta semana, un punto en el que muchas mujeres aún no saben que están embarazadas.
"La vida de cada niño que esté por nacer cuyo corazón lata se salvará de los estragos del aborto", celebró el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, sumándose a la satisfacción de los grupos conservadores.
Tanta polémica como el plazo genera su particular mecanismo para hacer que se cumpla.
La norma permite a los ciudadanos —estén o no en el estado — demandar por la vía civil a cualquiera que practique un aborto más allá de ese momento en el que un doctor pueda detectar actividad cardíaca embrionaria, a quien "ayude o sea cómplice" de ello, e incluso a quien "tenga la intención de ayudar o ser cómplice", sin aclarar a qué se refiere exactamente con esto último.
Queda exenta la mujer a la que se le interrumpa el embarazo.
Y este viernes el panorama se volvió más restrictivo ahora que la Corte Suprema revocó Roe vs. Wade, la decisión histórica de 1973 que garantizaba el derecho constitucional al aborto en el país.
El precedente legal imposibilitaba a los estados prohibir el procedimiento mientras el feto no fuera viable fuera del útero (lo que hoy se considera ocurre alrededor de la semana 23 de embarazo), algo que la ley texana ya desafió, superando todos los escollos presentados en los tribunales —el Supremo estatal y el de EE.UU. incluidos—.
Pero ahora, con la protección constitucional anulada, el fiscal general de Texas, el republicano Ken Paxton, anunció: "Hoy la cuestión del aborto vuelve a los estados. Y en Texas, esa pregunta ya ha sido respondida: el aborto es ilegal aquí".
Lo hizo posible una ley desencadenante o "gatillo" que Texas, al igual que otros 12 estados, tenía lista para entrar en vigor y limitar aún más la práctica.