que asumirá la dirección de la Fundación Anticorrupción de su esposo. Insiste en que su muerte fue un crimen planeado por Putin, tras el cual hay autores concretos, cuyos nombres se propone descubrir.
Observadores opinan que Yulia Navalnaya anunció así una carrera política propia. Algunos consideran que la imagen de una mujer fuerte podría unir a la oposición, tanto dentro como fuera de Rusia.
Yulia, que estudió en la facultad de Relaciones Económicas Internacionales de la Universidad Plejánov, en Moscú, estuvo junto a Alexei Navalny desde el inicio de su carrera. Se conocieron en 1998, durante unas vacaciones en Turquía, se casaron en el año 2000 y tuvieron dos hijos. Tras el matrimonio, ingresó al partido Jabloko. Cuando su marido fue ganando importancia política, le ayudó con la traducción de textos y la elaboración de planes de negocios. "Era una ayudante invisible", dijo Yulia en 2014 a la revista Afisha.
::: Los riesgos del trabajo político
Pero su nombre ya había aparecido antes en la prensa, en diciembre de 2011. Alexei Navalny, que un año antes había fundado el proyecto anticorrupción "RosPil", financiado con donaciones, había sido detenido tras participar en una manifestación en pro de elecciones limpias. Yulia Navalnaya buscó infructuosamente a su marido por las cárceles de todo Moscú.
Pero el "día más dramático" para ella fue aquel en que se dio a conocer la sentencia de cinco años de cárcel contra su marido, en 2013, por supuesta malversación. Se le acusó de haber causado un perjuicio equivalente a unos 33.000 euros a la empresa maderera estatal de Kirov en 2009, cuando era asesor del gobernador de esa región. Posteriormente, tras protestas de la opinión pública, el tribunal conmutó la pena por la de libertad condicional.
Yulia Navalnaya dijo más adelante haber aceptado los riesgos del trabajo político de su esposo. "La gente cree en él", subrayó. En 2013, Alexei Navalny se presentó como candidato a la alcaldía de Moscú y quedó en segundo lugar, con un 27 por ciento de los votos.
El envenenamiento de Navalny en 2020 en Omsk fue otra dura prueba. Yulia Navalnaya apeló entonces a Putin para que permitiera que su marido fuera sometido a tratamiento en Alemania. Putin dijo luego que había pedido personalmente a la Fiscalía autorizar el viaje de Navalny, después de que su esposa se lo solicitara.
::: "Símbolo moral de la resistencia"
El politólogo Dmitri Oreschkin describe a Yulia Navalnaya como "una mujer inteligente, brillante y hermosa que, según me temo, no tiene ya nada que perder". A su juicio, podría convertirse en un importante símbolo contra la tiranía en Rusia. Cuenta que mientras la mayoría de la población masculina cree firmemente en un ataque de la OTAN contra Rusia, las mujeres del país deben resolver problemas concretos: "Mataron a sus maridos, sus hermanos han sido reclutados para el Ejército y sus hijos han sido enviados a la muerte en Ucrania. Los pensamientos de esas mujeres no siguen una ideología. Ellas quieren de regreso a sus familiares. La imagen de Naválnaya podría resultar unificadora para la oposición en el interior y el exterior", dice el politólogo.
Andrey Kolesnikov, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, de Washington, cree que Yulia Navalnaya podría convertirse en un "símbolo moral de la resistencia". Piensa que "si algún día se llegara a nominar a una aspirante democrática a la presidencia, Yulia sería la mejor candidata desde el punto de vista de millones de personas".
"Al matar a Alexei, Putin mató la mitad de mí, la mitad de mi corazón y la mitad de mi alma", dijo Yulia en un mensaje en video. Y agregó que la mitad que le queda está llena de "ira, rabia y odio", lo que le dará impulso para hacer realidad el sueño de su marido: la construcción de una Rusia "plena de dignidad, justicia y amor".