ayuda internacional. La escasez de vacunas y tratamientos para enfermedades infecciosas como la malaria, la mpox, el VIH, la polio o la tuberculosis ya es un hecho, especialmente en África. En el Día Mundial de la Salud, 7 de abril, Donald Trump sacude los cimientos de la salud global.
Nada más ser investido presidente de Estados Unidos, Trump firmó la salida de su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un varapalo económico al ser el principal donante, 1.284 millones de dólares anuales, el 18 % del presupuesto total, lo que pone en evidencia las aportaciones de los otros socios, como Europa, y la viabilidad de la organización.
Pero también ha ordenado la interrupción de la cooperación que gestiona a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), un organismo que en 2024 distribuyó más de 44.000 millones de dólares en ayuda global.
Trump ha puesto en jaque a la salud global en un momento en el que la amenaza de nuevas pandemias llama a la puerta. Este es el análisis de los expertos y ONG consultados por EFEsalud.
::: La frustración de los cooperantes
Desde Médicos Sin Fronteras (MSF), la asesora principal de VIH/TB de la Unidad Médica de África Austral, Esther C. Casas, asegura, desde Sudáfrica, que ya se están viendo las consecuencias sobre el terreno de los recortes anunciados por el presidente estadounidense.
“Estamos increíblemente frustrados, tristes, con la incredulidad de que no puede ser que esté pasando esto, pero también de la forma tan abrupta y repentina, sin dar una oportunidad de preparación a los programas en marcha para adaptarse y sobreponerse”, afirma Casas.
::: VIH
MSF no recibe fondos de Estados Unidos pero trabaja en colaboración con otras entidades y ministerios de salud en proyectos que sí se han visto afectados. En Sudáfrica, MSF trabaja en programas de cuidados de tuberculosis y VIH destinados, entre otros, a la prevención, detección y tratamiento de ambas enfermedades.
Según la OMS, Estados Unidos puso en 2023 hasta 4.200 millones de dólares en el Plan Presidencial de Emergencias para Alivio del Sida (PEPFAr)
Esto cubría a más de 20 millones de personas en todo el mundo. La mayoría de estos fondos iban a parar a África, que sigue siendo la región con más casos (25,6 millones) y muertes (380.000) al año.
Dentro del continente africano, el país con más casos de VIH es Sudáfrica (unas 8,45 millones de personas y una tasa de prevalencia de 19,6 %), aunque es también uno de los menos dependientes de Estados Unidos (el PEPFAr pone el 16 % del presupuesto nacional contra el VIH).
Muchos de los nuevos casos en Sudáfrica, apunta Casas, son entre adolescentes, y sobre todo, en chicas. Los colectivos vulnerables como las personas que se dedican a la prostitución y las que son toxicómanas acarrean el mayor número de infecciones nuevas.
Las estimaciones y modelos matemáticos, citados por MSF, advierten del retroceso en un progreso “que ha costado mucho llevar a cabo”.
“Justo ahora, que estamos hablando de que tenemos herramientas innovadoras, estamos muy cerca de un tipo de vacuna contra el VIH, que tenemos a mucha gente en tratamiento retroviral. No hay que olvidar que el 70 % de la financiación global de VIH proviene de PEPFAr, con lo que el riesgo es altísimo”, señala la representante de MSF.
La OMS ha estimado que a causa de los recortes, podría haber tres millones de muertes relacionadas con el VIH más, el triple de las registradas el pasado año, y 10 millones de seropositivos más, con lo que se retrocedería a números de hace dos décadas.
::: Tuberculosis
En cuanto a la tuberculosis, que es la enfermedad infecciosa que mata más gente al año, con 1,25 millones de fallecimientos, los fondos que vienen de Estados Unidos son de menos cuantía que para el VIH, porque gran parte provienen del Fondo Mundial, aunque Casas en este punto indica que ese país es uno de los grandes financiadores del organismo.
“Sabemos que en Europa muchos países ya han anunciado que van a reducir su contribución al Fondo Mundial y que Estados Unidos tiene planes de retirarse. El horizonte es precario cuando piensas que si ya no estamos llegando donde necesitamos llegar, con este panorama nos queda un cambio fundamental de paradigma de cómo se financia la salud global internacional”, señala Casas.
En este sentido, incide en que cuando trasladas el panorama a tierra firme, es decir, a los pacientes que viven con VIH o tuberculosis, el resultado es que habrá un aumento de infecciones, mortalidad, de enfermedad avanzada por VIH y de otras patologías.
“¿Se trata de un problema de salud pública o de una emergencia? Son los dos. Es una de las mayores emergencias de salud pública que nos hemos encontrado en los últimos años y ha venido de una forma totalmente imprevisible”, resalta la representante de MSF.
“Hay sensación de haber perdido el rumbo”
También el director general del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), el doctor Quique Bassat, muestra preocupación por el “desmantelamiento” de la ayuda internacional por parte de la administración Trump: “Hay una sensación de desnorte o de haber perdido el rumbo muy importante”.
“Acabo de regresar de Mozambique y el desánimo es terrible entre mis colegas que trabajaban en ONG e instituciones financiadas principalmente con dinero americano. Hay toneladas de tratamientos antirretrovirales para el VIH almacenados, pero no pudiendo ser distribuidos, lo mismo ocurre con los antimaláricos…”, lamenta este pediatra con experiencia sobre el terreno en el continente africano.
Bassat advierte de que África es el continente que más va a sufrir ya que un tercio de la ayuda proviene de Estados Unidos.
Y eso tendrá consecuencias globales a medio plazo: “Desde la pandemia entendemos que los patógenos no tienen fronteras y que hay que actuar de forma coordinada. Que Estados Unidos decida ir por libre y haciendo lo contrario al sentido común, es una amenaza importante para el mundo pero también para ellos”.
Un ejemplo es el aumento de casos de sarampión que también demuestra el “efecto inmediato” de poner al frente de la sanidad en el Gobierno de Estados Unidos a una persona que no cree en las vacunas, en referencia a Robert F. Kennedy Jr. Y un “buen medidor” de lo que ocurre cuando el sistema y la cobertura vacunal falla y dejamos de protegernos como colectivo.
Un ejercicio de solidaridad
En el mismo sentido se pronuncia el profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), Ángel Gil, quien ahonda en que la salud global requiere de un ejercicio de solidaridad de todos.
“Gestos de poca solidaridad o incluso de egoísmo demuestran que no somos capaces de ver que la salud no es un problema individual, sino que es global. Es un problema de sociedades, de países y que si lo hacemos de forma coordinada entre todos, daremos una respuesta adecuada. Pero si no, evidentemente, podemos tener problemas”, reflexiona Gil.
Los países en vías de desarrollo apenas destinan el 2 % de su PIB a salud (España destina el 7 %) y gracias a la OMS se puede garantizar, por ejemplo, la vacunación infantil, y el acceso a medicamentos esenciales, que corren peligro con la salida de Estados Unidos de este organismo, prosigue el profesor de la URJC.
Rebote al primer mundo
Gil insiste, además, en que todas las enfermedades infecciosas que incrementarán su incidencia en los países pobres llegarán rebotadas al primer mundo de una manera u otra.
“Los problemas de malaria en África también son problemas nuestros”, señala a modo de ejemplo el profesor de la Rey Juan Carlos, quien recuerda que el vector de la malaria -el mosquito del género Anopheles- también está presente en España.
Y entre las enfermedades infecciosas que más pueden aumentar su incidencia, además del VIH y la tuberculosis precisamente se encuentra la malaria, enfermedad para la que existen vacunas, financiadas y subvencionadas por los programas de vacunación de la OMS.
“Si no existe vacuna para una enfermedad pues mira, ya nos hemos hecho a la idea, pero que estés implementando un programa de vacunación y a los dos años te lo corten, epidemiológicamente es lo peor que te puede pasar”, señala Ángel Gil, quien indica que esta enfermedad mata a medio millón de niños al año en África Subsahariana.
La enfermedad meningocócica también es otra de las patologías por las que el profesor de la Rey Juan Carlos muestra preocupación. La OMS tenía el objetivo, que estaba a punto de cumplirse, de eliminarla en el mundo y en África en particular, un horizonte que puede verse también truncado, augura el experto.
“Sería una pena porque se ha hecho un trabajo desde el año 2010 en todo el cinturón de la meningitis africana para proteger y poder eliminarla”, afirma Gil, quien lamenta “el egoísmo del poderoso”.
¿Trump abre una puerta a la negociación en salud?
En medio de este clima de incertidumbre, todas las miradas se dirigen a Estados Unidos y a Trump para ver si hay una vuelta a atrás en su sacudida a la salud global.
El director general del ISGlobal cree que Trump ha lanzado un “órdago” a la OMS y que deja una puerta abierta a la negociación, “siempre y cuando le beneficie”.
Además, en opinión de Quique Bassat, la política humanitaria estadounidense siempre les ha permitido “invertir en muchos países de baja renta y al mismo tiempo tener sus antenas de alguna manera colocadas y entender lo que estaba pasando sobre el terreno”.
Abandonar “les deja muy fuera de juego desde el punto de vista de esa inteligencia, de lo que está ocurriendo” en esas zonas del mundo.
El problema, asegura el también investigador de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), es que la OMS no está en su mejor momento, “con un liderazgo cansado, tocado tras la pandemia, y con una financiación todavía más tocada tras la amenaza de Trump”.
Y en ese escenario, Europa, defensora de la salud global, queda en evidencia porque debería aportar más de lo que aporta: “Tenemos que jugar en la primera división de la ayuda al desarrollo y de investigación de enfermedades infecciosas”.
Las decisiones de Donald Trump en salud global también están teniendo un impacto directo en la investigación y en el intercambio de conocimiento y muchos científicos están intentando salir de Estados Unidos y trabajar en otros países ante el desmantelamiento y el recorte de fondos.
¿Y si llegara una nueva pandemia, como la gripe aviar con epicentro en Estados Unidos? “No sé cómo las actuales reglas del juego cambiarían para que pudiéramos volver a remangarnos e intentar luchar todos juntos”, concluye el director general del ISGlobal.