Cecilia Imaz Bayona, investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, menciona que el flujo migratorio masivo en la frontera sur empezó entre las décadas de los años 70 y 80 del siglo pasado, motivado por la presencia de refugiados centroamericanos en el sureste mexicano.
Su viaje –asegura Amnistía Internacional- es uno de los más peligrosos del mundo, pues a lo largo de su recorrido están expuestos a sufrir abusos a manos de funcionarios de los servicios de migración, agentes de policía, militares, traficantes de seres humanos y bandas criminales.
En los últimos 15 años esta migración que se mantiene masiva, intenta no ser vista, utiliza el menor costo posible, pero su movimiento ha coincidido con las rutas que domina el crimen organizado, sobre todo en la zona del Golfo de México.
“Ellos usan la vía del tren, porque de esa forma viajan como polizontes, y esta situación se ha pervertido brutalmente. Se calcula que alrededor del 10 por ciento de estos emigrantes son afectados por la violencia”, resaltó.
Datos del Centro de Estudios Migratorios del Instituto Nacional de Migración (INM) indican que la migración centroamericana de tránsito irregular por México muestra una tendencia creciente desde 1995 a 2005.
A partir de 2006 la tendencia cambia a la baja, y se observa una reducción del orden de 70 por ciento en el periodo 2005-2010, al pasar de 433 mil a 140 mil eventos entre ambos años.
La referencia a “eventos” obedece a que una persona puede transitar por México con destino a Estados Unidos en más de una ocasión durante el mismo año. En el bienio 2009 y 2010 los flujos parecen estabilizarse.
El migrante que llega con muy pocos recursos económicos es una persona muy vulnerable, sostiene Cecilia Imaz.
Esta actitud de tratar mal al que no tiene forma de defenderse ocurre en la mayor parte del mundo; por eso las organizaciones no gubernamentales y las iglesias han hecho énfasis en la necesidad de ayudar a los transmigrantes por cuestiones de humanidad, de civilidad.
Imaz Bayona sugiere que la frontera sur no hay que verla únicamente como un escenario de paso ilegal, por el contrario, se debe estudiar en su cotidianidad, pues ahí se forma un espacio de convivencia de una misma raza humana, donde se integran y conviven familias, comunidades que van y vienen por varios motivos.
“La zona sur es selva, entonces hay pocos puntos de entrada legales. Por cada punto formal hay diez ilegales; es decir, carreteras por las que pasan todo tipo de mercancía, armas, contrabando.
“Es difícil tener una vigilancia estricta en esa frontera. La parte más angosta, donde se ha pretendido hacer más rigurosa la revisión para deportar migrantes indocumentados, es el istmo de Tehuantepec. Se sabe que los migrantes transitan por las rutas en donde se han establecido los albergues de ayuda.
Por esas rutas lamentablemente, coinciden los territorios del crimen organizado creando una situación de vulnerabilidad insoportable. Sensibilizar a los funcionarios de migración y orientar la política federal sobre los derechos de los migrantes va a tomar su tiempo, ya que hay muchos casos de explotación del migrante vulnerable, lo utilizan, lo expolian, abusan de él”.
Para la científica social, el principal agresor del migrante es el crimen organizado y algunos funcionarios que se coluden con pandillas.
Aun cuando no existen datos duros para asegurar que la presencia de grupos criminales en el norte del territorio mexicano ha frenado la migración, Imaz Bayona sí considera que ha influenciado, “porque hay zonas en la frontera que se han vuelto brutalmente violentas”.
Expone, sin embargo, que no solo la presencia del crimen organizado ha modificado la afluencia de migrantes, lo ha sido sobre todo la crisis económica en Estados Unidos, y el incremento de 8 o 10 veces del costo de la migración, entre otros factores.
Esta problemática en su concepto amplio, dice Imaz, es desconocida por la mayoría de la población.
“Es un tema importante, pero hay que admitir que se ve como algo ajeno, como un problema que no es nuestro, como sí lo es el agua, la educación o el cambio climático”, señaló la coordinadora del “Reto Migración” en la Consulta Ciudadana organizada recientemente por un grupo de instituciones de las que forma parte la Academia mexicana de Ciencias.