En la cita, los días 5 y 6, coincidirán algunos de los protagonistas de esta crisis en la arena internacional, empezando por el mayor promotor de un ataque de castigo contra Damasco, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su anfitrión en San Petersburgo, el ruso Vladímir Putin, principal aliado de Al Asad y radicalmente contrario a la ofensiva.
También acudirá quien se ha convertido, junto con Obama, en el principal apoyo de EE. UU. a la hora de lanzar un ataque militar contra el régimen sirio, el presidente francés, François Hollande, quien está convencido de que Al Asad utilizó armas químicas el pasado 21 de agosto.
Junto a ellos estará el tradicional y ahora fallido aliado de Washington en tantas aventuras bélicas, el primer ministro británico, David Cameron, quien tuvo que cerrar la puerta a la participación de Londres en una intervención militar por el rechazo mayoritario en la Cámara de los Comunes.
Y la canciller alemana, Angela Merkel, que aboga por que el Consejo de Seguridad de la ONU estudie los informes de los inspectores de la ONU y que pidió hace unos días por teléfono a Putin que se sume a las presiones internacionales sobre Siria.
Tanto Obama como Hollande se han comprometido a esperar a la decisión sobre la ofensiva que dé el Congreso de Estados Unidos a partir del 9 de septiembre, lo que excluye que el ataque tenga lugar antes o durante la reunión de familia de los veinte grandes países industrializados y emergentes (G20).
En ese contexto, el mandatario ruso apuntó el sábado que la cumbre del G20 será una buena ocasión para tratar el conflicto sirio tanto con Obama como con otros países, pese a que oficialmente no figura en la agenda.
Mientras Washington asegura que tiene pruebas de que se empleó gas sarín en las afueras de Damasco, Putin exige a Obama que presente a los inspectores de la ONU y al Consejo de Seguridad dichas evidencias.
"Si hay pruebas sobre el uso de armas químicas, estas deben ser presentadas. Si no se presentan es que no existen. Las alusiones a no se sabe qué interceptaciones de no se sabe qué conversaciones que no demuestran nada no pueden servir de fundamento para tomar decisiones tan trascendentes como el uso de la fuerza contra un Estado soberano", señaló Putin.
"Las alusiones a que tienen esas pruebas pero que son secretas y no se las pueden presentar a nadie no se sostienen, es sencillamente una falta de respeto hacia sus socios", añadió el presidente ruso.
Tanto la Casa Blanca como el Kremlin han descartado hasta ahora un encuentro bilateral de sus líderes durante la cumbre, después de que Washington anulara la prevista reunión de ambos en Moscú para los días previos por el conflicto diplomático creado por el "caso Snowden".
Pero Putin, que deberá recibir en su patria chica de San Petersburgo a su homólogo estadounidense, expresó su esperanza de que ambos puedan conversar acerca de la crisis siria.
Moscú, según aclaró el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, no va a utilizar la fuerza militar en caso de que se lleve a cabo el ataque contra Siria, pero ha hablado de "una campaña de miedo" y comparado el discurso occidental actual con el que llevó a la invasión de Irak hace 10 años.