La tranquilidad de la noche del sábado se convirtió en una pesadilla para los pobladores. Las mujeres del lugar lloran por momento a gritos, lamentando la muerte de sus esposos, primos, sobrinos e hijos asesinados.
El portavoz de los bomberos voluntarios, Sergio Vásquez, informó que los ataques se registraron alrededor de las 10 y media de la noche del sábado en el poblado indígena de San José Nacahuil, a unos 18 kilómetros al noreste de la capital guatemalteca.
"El ataque fue directo a las cantinas... entre los heridos hay varios niños", expresó. Vásquez informó que por lo menos 20 ambulancias y 50 bomberos llegaron al lugar. Atribuyó la presencia de los niños en los locales se debe a que residen en los mismos.
Mientras ocho personas quedaron muertas dentro de la cantina ubicada en el centro del pueblo, una persona más murió en una esquina cercana, otro fallecido fue localizado en la segunda cantina y una persona más murió en un hospital cuando fue traslada por las heridas que sufrió. Los heridos son producto de los disparos que los atacantes iban haciendo durante el recorrido por todo el pueblo.
Diversas hipótesis han surgido en las primeras horas del ataque, mientras los pobladores dicen que la policía tendría que ver en el mismo, el Ministro de Gobernación considera que podría haber tratado de un ataque de pandillas.
Familiares de los fallecidos, que no quisieron ser identificados por temor, dijeron que creen que la policía tuvo que ver en el ataque.
"Él llegó a la casa, dijo que la policía llegó al local a pedirle los papeles, y le pidieron 500 quetzales (62.5 dólares), como no se los dieron, los policías se fueron pero les dijeron que ya no le vendieran licor a los menores de edad y que los sacaran del lugar y se fueron. Pasaron unos 15 minutos y luego llegaron los atacantes, se oyeron los disparos. Parece que él se metió al baño y ahí lo mataron", dijo un familiar del dueño de las dos cantinas que fueron atacadas y que murió en el incidente.
En San José Nacahuil no hay seguridad pública. En el 2005 los pobladores quemaron la subestación de la policía en protesta por supuestos actos de corrupción, la falta de servicios y el alza al transporte urbano.
Y las exigencias no son en vano pues a tan solo 18 kilómetros de la capital no cuentan con recursos básicos de sanidad ni de infraestructura. Sus calles son de terracería que con el actual clima de invierno se convierten en charcos y lodos donde hay que transitar.
La comunidad habitada por unas 7 mil 500 personas, en su mayoría indígenas kakchiqueles, se encuentra en la cima de montañas que bordean la capital guatemalteca.