El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, viajará este lunes a San Francisco para continuar impulsando la aprobación de la Reforma Migratoria en el país, un objetivo que pretende lograr aunque sea mediante la votación por partes del texto, lo que facilitaría su paso por la Cámara baja.
Abrió la puerta a que se haga de este modo esta semana, después de que en los días anteriores el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, se negara en rotundo a someter a consideración el texto integral bipartidista aprobado en junio por el Senado.
Las declaraciones de Boehner ahogaron las esperanzas de lograr una ley antes de que finalice el año, pero la Administración y el propio Obama han continuado mostrándose optimistas en su consecución incluso en 2013.
"Si la quieren cortar en cinco partes, con tal de que esas cinco sean aprobadas, no me importa", afirmó Obama este martes en un foro empresarial organizado por el diario Wall Street Journal.
"Lo que no queremos hacer es simplemente una sola pieza de ella, y dejar atrás algunas de las cuestiones más complicadas aún por hacer", reiteró el mandatario.
Entre los aspectos más controvertidos figura el permitir una vía hacia la ciudadanía para los cerca de 11 millones de inmigrantes indocumentados que se calcula viven en el país, así como el fortalecimiento de la seguridad fronteriza.
"No vamos a tener una situación en la cual 11 millones de personas todavía viven en las sombras y pueden ser potencialmente deportadas de manera continua", advirtió el presidente, al marcar una de las líneas rojas.
Esa decisión de Obama, quien hasta ahora se había opuesto tajantemente a pasar la ley por partes, supone un giro en su estrategia con la intención de forzar a los republicanos a dar un paso al frente.
Ante las declaraciones del presidente, Boehner se mostró "alentado" por considerar que "la única manera" de que el esfuerzo legislativo no fracase es encarar las cuestiones "una por una".
Pese a que el Senado aprobó en junio una reforma integral del sistema migratorio que incluye el refuerzo de la seguridad fronteriza y abre una vía a la ciudadanía para los cerca de 11 millones de indocumentados, la Cámara se ha opuesto a analizar el documento en su totalidad y prefiere un enfoque parcial.
Hay un sector muy conservador del Partido Republicano que teme que la consecuencias de ese "camino para la ciudadanía" disparen los flujos migratorios hacia el país y las fronteras no estén lo suficientemente preparadas.
Sin embargo, en la Cámara baja también hay republicanos que están promoviendo que se logre un acuerdo político en la materia, como el representante Whip Kevin McCarthy, quien aseguró hoy en la cadena CBS que "la reforma es algo que va a ocurrir".
Obama, que viajará hoy mismo a Seattle para una gira de recaudación de fondos por la Costa Oeste, visitará el Centro chino de Recreación de Betty Ong en San Francisco, donde reiterará "la importancia de tomar medidas para aprobar una reforma de inmigración común", según la Casa Blanca.
La Administración Obama ha insistido repetidamente en que la aprobación de la reforma también supondría un acicate para la economía del país, pero los republicanos se niegan a aprobar el texto íntegro en otro de sus enfrentamientos legislativos en el Capitolio.
Obama recuperará el discurso de inmigración después de unas semanas turbulentas en torno a la aplicación de los nuevos mercados de seguros de la ley de salud que promulgó en 2010 y que es blanco de las iras republicanas.
Además, lo hará en un estado, California, cuyo gobernador, Jerry Brown, ha promulgado leyes muy favorecedoras para los inmigrantes, como la que permiten a los estudiantes universitarios indocumentados que reciban ayuda financiera pública y la concesión de licencias de conducir a personas en la misma situación, entre otras medidas.
Mientras tanto, los grupos pro derechos de los inmigrantes y otras asociaciones civiles continúan su labor de reivindicación de la reforma, pese a que los republicanos no terminan de poner en marcha su maquinaria para hacerla realidad.