Las negociaciones realizadas en Minsk, capital de Bielorrusia, ocurren mientras las tropas ucranianas enfrentan un resurgimiento de la fuerza rebelde. La semana pasada, los rebeldes abrieron un nuevo frente en la costa sureste del Mar Azov y están avanzando en territorios que perdieron en las semanas previas.
En Moscú, el canciller ruso Sergei Lavrov dijo que Rusia no intervendría militarmente en Ucrania, contradiciendo los reportes del gobierno ucraniano, la OTAN y naciones occidentales de que Moscú había enviado tropas, artillería y tanques a la frontera sureste ucraniana para reforzar a los separatistas.
“No habrá intervención militar”, dijo Lavrov a los estudiantes del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú en el primer día de clases en todo el país. “Llamamos exclusivamente a un acuerdo pacífico de esta crisis grave, esta tragedia”.
Los enviados, que se reunieron la última vez en julio, incluyeron a representantes de Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Andrei Purgin, un representante de los separatistas, también participó.
Putin dijo a la agencia de noticias Interfax que la prioridad de los separatistas era ganar reconocimiento de su independencia en el este de Ucrania, que tiene una enorme población de rusoparlantes. Dijo que también están dispuestos a negociar el intercambio de prisioneros y una tregua temporal.
El lunes el coronel Andriy Lysenko, vocero del Consejo Nacional de Seguridad de Ucrania, dijo que las fuerzas recibieron órdenes de retirarse del aeropuerto de Luhansk, la segunda ciudad más grande en manos de rebeldes, ante la intensificación del asedio que atribuyó a “hombres profesionales armados de las fuerzas armadas rusas”.
El separatista Purgin dijo a la agencia de noticias Interfax que su prioridad era ganar el reconocimiento de su independencia en el este de Ucrania. Dijo que también estaban dispuestos a discutir el intercambio de prisioneros y un alto el fuego temporal.