La rehabilitación de los bancos del país plantea una pregunta difícil: ¿debería la zona euro tomar una participación en los prestamistas, primero pidiendo a los tenedores de bonos e incluso a grandes depositantes que asuman pérdidas, o debería la factura de la reestructuración bancaria pasarse a la montaña de deuda de Grecia?
Responder a esto podría demorar un acuerdo sobre un tercer rescate a Grecia que los negociadores quieren cerrar en semanas.
Cuanto más se tarde, más crítica será la situación de los bancos, pues el límite semanal de retiros de 420 euros ahoga a la economía y afecta la capacidad para devolver préstamos.
“Los bancos están profundamente congelados pero la economía está debilitándose”, aseguró un responsable oficial, señalando que hay un aumento de los préstamos que no se están devolviendo.
Este congelamiento de efectivo no parece que vaya a terminar pronto, aunque puede que el control de capitales se suavice ligeramente, tal como ocurrió el viernes con las restricciones para transferencias extranjeras de empresas.
“En última instancia, sólo puedes levantar el control de capitales cuando los bancos estén suficientemente capitalizados”, indicó Jens Weidmann, presidente del Bundesbank alemán, que empujó al Banco Central Europeo (BCE) a dar marcha atrás al financiamiento bancario, dando lugar al cierre de tres semanas.
El debate está interrelacionado con una disputa sobre las reformas, sobre la soberanía griega frente a los controles europeos y sobre si el país puede recuperarse con niveles históricos de deuda que han alcanzado los 300,000 millones de euros, cantidad mucho más grande que su economía.
Si se le suman otros 25,000 millones -la cantidad prevista para la recapitalización de los prestamistas griegos-, se añadirían a una deuda que el Fondo Monetario Internacional ha calificado de excesiva.
Las autoridades griegas, alarmadas por una espiral descendente en la economía, quieren la llegada urgente de fondos para sus bancos.
Son cuatro grandes bancos los que dominan Grecia. De ellos, el Banco Nacional de Grecia, el Eurobank y el Piraeus se quedaron cortos en una prueba de resistencia realizada por el BCE el año pasado, cuando sus planes de reestructuración no habían sido tomados en cuenta. La situación es ahora sustancialmente peor.
“Queremos que, de ser posible, esté lista una cantidad inicial para las primeras necesidades de los bancos”, comentó un funcionario del Ministerio de Finanzas de Grecia, que habló bajo la condición de anonimato. “Ésta debería ser de unos 10,000 millones de euros”, dijo.
Hay más de 20,000 millones de euros de dichos depósitos en los cuatro bancos principales de Grecia, minimizando los alrededor de 3,000 millones de euros de bonos que han emitido los bancos.
La imposición de pérdidas, plan que el gobierno griego ha negado reiteradamente, sería controvertida, sobre todo porque gran parte de este dinero está en manos de pequeñas empresas griegas en lugar de individuos ricos.