Los huelguistas cruzaron los brazos el pasado 1 de noviembre por tiempo indefinido en protesta contra un plan de desinversiones de Petrobras, que enfrenta serios problemas de caja y es el eje de un grave escándalo de corrupción.
Durante la reunión celebrada este lunes, los sindicalistas reiteraron su oposición a la reducción de las inversiones y condenaron "las prácticas antisindicalistas de Petrobras".
"Estamos enfrentando el mayor ataque a la organización sindical de nuestra historia, fruto del odio de la clase que está instalando en el país y que ha sido expandido también dentro de la compañía", resaltó el coordinador de la FUP, José Maria Rangel, citado en un comunicado.
La firma estatal anunció este año un plan de desinversión para hacer frente a la crisis provocada por la caída del precio internacional del petróleo, la reducción de sus ganancias, la elevación de la deuda y las dificultades de captación.
La crisis se ha visto agravada por el gigantesco escándalo de corrupción del que la empresa es protagonista y que, según cálculos de Petrobras, le ha originado pérdidas por unos 2.000 millones de dólares en la última década.
La estatal, además de suspender temporalmente algunas inversiones en refinerías y otras plantas que tenía en construcción, se propone vender activos por hasta 15.100 millones de dólares entre este año y el próximo, tanto en Brasil como en el exterior.
"Quien siempre paga la cuenta es el trabajador y eso no lo vamos a permitir", añadió Rangel.
La huelga ha causado perjuicios en la producción de petróleo de la estatal, la mayor empresa de Brasil y responsable por una parte significativa del producto interior bruto (PIB).
De acuerdo con el boletín difundido por Petrobras el pasado viernes, las pérdidas diarias en la producción de petróleo se redujeron y se situaron en los 115.000 barriles, frente a la caída de 127.000 informada un día antes.