México es una parte clave de una cadena de suministro internacional más amplia, crucial para los fabricantes estadounidenses de vehículos, muchos de los cuales operan fábricas del lado mexicano de la frontera, en gran medida, debido a los menores costos laborales.
Landau señaló que un alto ejecutivo de Ford le dijo la noche del miércoles que la armadora de automóviles con sede en Michigan estaba preocupada por los motores producidos en el norteño estado Chihuahua, donde el gobernador ha “limitado al 50% la capacidad industrial” por el coronavirus.
El gobierno federal clasificó a las empresas automotrices, mineras y constructoras como actividades esenciales, y les dio luz verde para reiniciar operaciones en México desde fines de mayo, aunque algunos estados han implementado restricciones más estrictas a medida que avanza la pandemia.
“Dicen que comenzarán a cerrar fábricas en Estados Unidos a partir de la próxima semana si no se ponen en marcha”, dijo Landau, en una charla organizada por el Atlantic Council en Washington, tras el encuentro de los presidentes de ambos países en la Casa Blanca.
Ford aseguró más tarde, en un comunicado, que la producción restringida en su planta de Chihuahua “no es sostenible”, aunque agregó que, con sus plantas en Estados Unidos funcionando al 100%, no espera ningún impacto industrial la próxima semana.
“Continuamos trabajando con funcionarios del gobierno en formas de reanudar de manera segura y constructiva la producción restante”, sostuvo Kumar Galhotra, presidente de Ford para las Américas y Mercados Internacionales.
En mayo, cuando México señaló que retrasaría la reapertura de sus fábricas, autoridades mexicanas dijeron que sus contrapartes estadounidenses presionaron por un rápido retorno, argumentando que las plantas en ese país no podrían operar sin muchas de las partes que se producen en territorio mexicano.
Landau agregó que desea trabajar con el gobierno de México y con empresarios estadounidenses para traer inversiones a la región, en momentos en que algunas políticas del gobierno del mandatario Andrés Manuel López Obrador han sido consideradas poco amigables con la inversión privada.