comienza el miércoles en París, con Salah Abdeslam, el único superviviente del comando que perpetró el ataque, como principal acusado.
Desde el Estadio de Francia, al norte de París, hasta las terrazas de bares de la capital, pasando por la sala de conciertos Bataclan, el horror de las bombas y los disparos irrumpió en esa noche de otoño, que sigue en la memoria de los franceses.
Los ataques más sangrientos desde la Segunda Guerra Mundial, que también dejaron más de 350 heridos, asestaron un nuevo golpe al país meses después de los atentados en enero contra el semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado de comida 'kósher'.
A partir del 8 de septiembre y durante casi nueve meses, un tribunal especial juzgará al francomarroquí Abdeslam y a otros 19 acusados por los atentados de noviembre, revindicados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI). Catorce de los inculpados estarán presentes.
"El juicio promete estar cargado de emoción, pero la justicia tendrá que tomar distancia si no quiere perder de vista los principios en los que se basa nuestro Estado de derecho", advirtieron los abogados de Abdeslam, Olivia Ronen y Martin Vettes.
Para las víctimas, 300 de las cuales declararán en septiembre y octubre, el juicio representa un "hito importante" para seguir con sus vidas, en palabras de Arthur Dénouveaux, superviviente del Bataclan y presidente de la asociación Life for Paris.
Sus testimonios harán "que entre la humanidad en el juicio", estima Dénouveaux, para quien se deberán aceptar algunos "arrebatos" de emoción.
- Cuatro años de investigación -
Poco después de las 21H00 del 13 de noviembre de 2015, un atacante suicida activó sus explosivos cerca del Estadio de Francia, en la ciudad de Saint-Denis, muy cerca de París, donde tenía lugar un partido amistoso de fútbol entre Francia y Alemania.
A continuación, en el centro de París, dos comandos de tres hombres dispararon ráfagas de balas contra terrazas de bares y balearon a los asistentes a un concierto en el Bataclan, donde las fuerzas del orden lanzaron un asalto pasada la medianoche.
Dos atacantes huyeron. Cinco días después, Abdelhamid Abaaoud, jefe de operaciones del ataque, y su cómplice murieron durante una operación policial en un edificio de Saint-Denis, donde se atrincheraron.
Mientras Francia lloraba a sus muertos, cerraba sus fronteras y decretaba el estado de urgencia, la justicia inició una investigación en estrecha colaboración con los magistrados belgas.
Cuatro años de investigación permitieron reconstruir gran parte de la logística de los atentados y del recorrido que siguieron los miembros del comando: por un ruta migratoria desde Siria hasta sus escondites alquilados en Bélgica y cerca de París.
Los investigadores descubrieron una célula yihadista mucho mayor y responsable también de los atentados que dejaron 32 muertos el 22 de marzo de 2016 en el metro y en el aeropuerto de Bruselas.
- Evitar un "juicio de excepción" -
Ante la ausencia del principal responsable del atentado, el veterano yihadista Oussama Atar, y de otros altos cargos del EI, las miradas se centrarán en Salah Abdeslam y en Mohamed Abrini, "el hombre del sombrero" de los atentados de Bruselas.
La corte, que no los interrogará hasta 2022, deberá resolver las últimas incógnitas, como el papel exacto desempeñado por Abdeslam. El hombre, de 31 años, guardó silencio durante la instrucción y las partes civiles esperan enfrentarse de nuevo a su mutismo.
"Velaremos por que este juicio excepcional no se convierta en un juicio de excepción", advirtieron los abogados del francomarroquí. Doce de los 20 acusados se enfrentan a la cadena perpetua.
Este inédito proceso, que cuenta con casi 1.800 partes civiles constituidas, requirió dos años de preparación y la construcción de una sala de audiencias especial en el palacio de justicia de París.
La celebración de un juicio de este alcance hasta su fin, previsto el 25 de mayo de 2022, representa un desafío para la institución judicial, en plena pandemia y con un riesgo elevado de amenaza terrorista.
Más de un centenar de testigos han sido citados a declarar, entre ellos muchos investigadores franceses y belgas, así como el entonces presidente de Francia, François Hollande.