característica innegable; se han logrado a pesar de los gobiernos de Estados Unidos y en mayor o menor medida, en contra de EU.
Los aparatos de dominación política norteamericanos, sobre todo los mediáticos, han estado y están en contra de la llegada al poder de cada dirigente, en cada país y en cada proceso que no se ajuste a sus preferencias y dictados, y ahora están en contra de los gobiernos que han resultado ganadores en procesos impecables por parte de los ganadores y llenos de trampas y golpes bajos de todo tipo por parte del imperialismo y de sus títeres.
Lo han hecho sin límites de ningún tipo; patrocinio de lideres corruptos, asesinatos directos de lideres, de oposición, golpes de estado, invasiones, sabotajes, sanciones, bloqueos, plagas, enfermedades, especulación monetaria, saqueos. Todo. Los gobiernos de estados unidos han sido la peor catástrofe y calamidad que podrían haberle ocurrido a los pueblos de América Latina desde que estados unidos existe.
Liberarnos de las tiranías europeas sólo nos llevó a una opresión mayor, incluyendo despojos territoriales sin límites y hechos con abusos y cinismo que nos han sujetado otros 200 años en el atraso y en la miseria.
En las últimas décadas
cada intento de liberación ha sido aplastado violentamente, y se han impuesto a cada país dictaduras militares sangrientas y gobiernos de peleles.
Todos los países y pueblos del subcontinente han sido agredidos y continúan siéndolo de mil maneras.
La lucha de los pueblos por liberarse del yugo del imperialismo norteamericano ha pasado por todas las formas y por todas las tácticas. Todos los movimientos contrarios a los intereses capitalistas hegemónicos de EU han sido aplastados, destruidos, bloqueados,
sancionados, propagandizados.
A pesar de todo, la lucha de los pueblos por su dignidad, por la libertad, por mejores condiciones de vida, no la puede detener nada ni nadie. Los pueblos se levantan una y otra vez y nunca habrá una derrota definitiva.
Por el contrario, cada lucha, cada etapa refuerza los valores, la convicción, la seguridad en la razón histórica y en el triunfo inevitable.
Hemos aprendido a encontrar aciertos y errores en las victorias y en las derrotas.
De las derrotas se aprende a modificar los métodos, los objetivos, los tiempos, el lenguaje.
De las victorias refrendamos los pasos y compromisos que consolidan la lucha.
Los pueblos latinoamericanos han estado siempre dispuestos a la lucha y al sacrificio, y han dado su sangre mil veces ante un enemigo feroz e insaciable.
A lo largo de muchos años los pueblos han acumulado grandes experiencias y saben esperar y avanzar paulatinamente. Consolidar y esperar; organizar y obtener pequeños triunfos.
La lucha ha sido muy dura; un largo proceso de sufrimiento, de resignación para volver a construir y de celebración moderada en las pequeñas victorias.
Ante un enemigo capaz de destruir todo lo que se le oponga, hasta llegar al delirio y al fanatismo, arrasando sin límites pueblos y naciones, ha sido obligado pasar de la lucha revolucionaria directa y de los programas socialistas a las fórmulas electorales más simples, reformistas, muy de corto plazo, localistas, concretas, medianamente liberales.
Los más importantes conceptos ideológicos de la lucha revolucionaria se han dejado de lado; ya no existen las palabras socialismo ni comunismo; ni se habla de expropiaciones, ni de planeación de la producción, ni de acabar con la burguesía. Menos de la dictadura del proletariado. Imposible.
Prácticamente se abandonó la lucha obrera; se olvidó la lucha por aumentos salariales, por la reducción de la jornada de trabajo, casi se han eliminado las pensiones y el derecho a la jubilación. Entre tantos otros puntos obligados.
Los campesinos desaparecieron como parte de cualquier programa de lucha; ni hablar de repartos de tierras ni de organismos de apoyo al campo; excepto demagogia.
Los gobiernos del sistema capitalista atrasado de nuestros países, conservadores, liberales y neoliberales, han ido pasando de estructuras de poder de dominio casi absoluto a otras, que tal vez puedan ser calificadas de más tolerantes, a la vez que las izquierdas y grupos sociales de luchas de liberación han ido pasando al reformismo electoral y a la farsa del poder compartido.
Ahora, todas las corrientes juegan a una especie de péndulo que combina liberalismo político con cierto liberalismo económico, cargado hacia el neoliberalismo, que en realidad es conservadurismo.
En ese juego participan, o participamos todos. Todas las corrientes dicen casi lo mismo, a veces con diferencias de matices imperceptibles, pero, la diferencia entre el lenguaje de los viejos conservadores y los nuevos reformistas por estrategia, es que unos no tienen intenciones de cumplir lo que ofrecen y los otros... tal vez sí.
Ahora las luchas se dan contra la corrupción, contra la violencia, la inseguridad, por el planeta, por el cosmos, por la igualdad intergaláctica.
Pareciera que no hay nada de fondo; todo parece superficial y falso, sin que esto impida grandes pasiones; pero cualquiera puede suscribir esos discursos.
¿Hasta dónde llega el compromiso de los dirigentes de cada corriente, de cada organización?
Para muchos grandes dirigentes de América latina ha sido difícil transitar esta época. Han dejado el fusil en la sierra, han guardado todos los libros de filosofía marxista leninista, y se han cobijado bajo distintos harapos reformistas, y han logrado avances muy importantes; tal vez de muy corto plazo, tal vez sin sustento. En muchos tenemos puestas esperanzas que pueden quedarse en ilusiones.
Existe obviamente otra corriente que juega a ser de izquierda, que cuenta con los patrocinios necesarios de la oligarquía mundial y a la cual le resulta muy fácil volver a engañar con las mismas viejas promesas de bienestar social que nunca cumplirán.
¿En dónde estamos?
¿Qué sigue para cada uno de nuestros países, para nuestros pueblos, para los marginados de América Latina?