Reino Unido, además de la Unión Europea, se reúne en la ciudad donde se lanzó la primera bomba atómica en 1945, un lugar que António Guterres describió como un " símbolo global de las trágicas consecuencias cuando las naciones no trabajan juntas y abandonan el multilateralismo".
"Cada vez que la visito, me siento inspirado por el coraje y la resistencia de los *hibakusha*", declaró, refiriéndose a los supervivientes de aquel espantoso acto de guerra. "Las Naciones Unidas están con ellos. Nunca dejaremos de luchar por un mundo libre de armas nucleares".
-Los que tienen y los que no tienen-
El titular de la ONU dijo que su mensaje a los líderes del G7 era claro y sencillo: "Aunque el panorama económico es incierto en todas partes, los países ricos no pueden ignorar el hecho de que más de la mitad del mundo, la inmensa mayoría de los países, está sufriendo una profunda crisis financiera".
Guterres reiteró su opinión, expresada por primera vez en una visita oficial a Jamaica la semana pasada, de que los problemas a los que se enfrentan los países en desarrollo tienen tres dimensiones: moral, de poder y práctica.
En relación con el "sesgo sistémico e injusto" del sistema económico mundial, el carácter obsoleto de la arquitectura financiera global y el hecho de que, incluso con las normas actuales, las economías en desarrollo se han visto defraudadas y malvendidas, el jefe de la ONU afirmó que el G7 tiene ahora el deber de actuar.
-Redistribución del poder-
El Secretario General declaró que el sistema financiero creado por el reajuste de Breton Woods tras la Segunda Guerra Mundial simplemente "no ha cumplido su función principal como red de seguridad mundial" ante las crisis económicas provocadas por el COVID y la invasión rusa de Ucrania.
En su opinión, ha llegado el momento de arreglar este sistema y reformar el Consejo de Seguridad de la ONU.
"Se trata esencialmente de redistribuir el poder de acuerdo con las realidades del mundo actual".
Guterres añadió que el G7 no puede seguir siendo un espectador: "En nuestro mundo multipolar, a medida que crecen las divisiones geopolíticas, ningún país o grupo de países, puede permanecer al margen mientras miles de millones de personas luchan con lo básico de la alimentación, el agua, la educación, la sanidad y el empleo".
-Desviados del camino-
Subrayando los peligros de pasar por alto el ritmo del cambio climático, el titular de la ONU destacó las áreas específicas en las que los más ricos del mundo son fundamentales para el éxito de la acción climática.
Según las previsiones actuales, la humanidad se encamina a un aumento de la temperatura de 2,8 °C a finales de este siglo, dijo a los periodistas, y es probable que los próximos cinco años sean los más calurosos de la historia, según las últimas cifras de la agencia meteorológica de la ONU.
En su opinión, el G7, con su enorme peso económico y financiero, es "fundamental para la acción climática", que está funcionando, "pero no lo suficiente y estamos claramente desviados del camino".
"Nuestra Agenda de Aceleración pretende recuperar el tiempo perdido. El plan hace un llamamiento para que todos los países del G7 lleguen a cero emisiones netas lo más cerca posible de 2040, y para que las economías emergentes lo hagan lo más cerca posible de 2050".
-Eliminación gradual del carbón-
Además, el Pacto de Solidaridad Climática insta al G7 a movilizar recursos para apoyar a las economías menos favorecidas en la aceleración de la descarbonización, para mantenerse dentro del límite de 1,5° en comparación con los niveles preindustriales.
"Esto requiere plazos más rápidos para eliminar progresivamente los combustibles fósiles y aumentar las energías renovables. Significa poner precio al carbonoy acabar con las subvenciones a los combustibles fósiles. Hago un llamamiento al G7 para que elimine por completo el carbón antes de 2030", declaró Guterres.
Por último, el Secretario General hizo un llamamiento a la justicia climática, en nombre de los países que menos han contribuido a la crisis, pero que son los que más la están sufriendo. "Ya es hora de que los países desarrollados aporten los 100.000 millones de dólares anuales prometidos".
Y también reiteró que el Fondo de Pérdidas y Daños acordado durante la COP27 de 2022 “debe ponerse en marcha".