Rafael Grossi, alertó hoy contra la posibilidad de un segundo Chernóbil -la mayor catástrofe nuclear ocurrida en 1986- al realizar su primera inspección a la central rusa de Kursk, amenazada por los combates en esa región homónima fronteriza.
"Creemos que es muy grave que una central de esta clase esté tan cerca de un frente de batalla", dijo Grossi a la prensa internacional al término de su visita de inspección a la planta, cuyo reactor -según dijo- está muy expuesto a un posible ataque.
Grossi, que visitó en varias ocasiones la central ucraniana de Zaporiyia, la mayor de Europa, nunca se había mostrado tan preocupado como en esta ocasión debido la vulnerabilidad de la central de Kursk, que empezó a operar en 1976, un año antes que la de Chernóbil.
Una central extremadamente vulnerable
Tras inspeccionar el reactor y la sala de control de la planta, situada a unos 70 kilómetros de la frontera con Ucrania, el funcionario argentino llamó la atención de la comunidad internacional sobre "el peligro de un incidente nuclear".
"Bajo ninguna circunstancia debe ser atacada una central nuclear", subrayó y llamó a todas las partes a tomar las medidas de prevención necesarias.
Consideró una exageración comparar las centrales de Kursk y Chernóbil, pero sí admitió que sus reactores son de la misma clase (RBMK).
Al respecto, aseguró que la central no cuenta con "las estructuras de defensa y contención de otras plantas más modernas", que -dijo- pueden resistir el impacto de un avión, y resaltó que "el núcleo del reactor está protegido por un tejado normal", señalando uno de los edificios colindantes.
Todo esto convierte la zona activa del reactor en "frágil" y "extremadamente expuesta" ante "un ataque de artillería o de drones".
"Efectivamente, en caso de impacto, de una acción externa sobre la zona activa de ese reactor, ocurrirá un incidente nuclear, posiblemente, con fuga radiactiva", señaló, aunque consideró "difícil saber si (un incidente en Kursk) tendría la misma magnitud que un accidente en la central de Chernóbil".