En recesión en primavera y verano de 2012, Japón empezó a recuperarse a finales del año pasado, antes de que su producto interior bruto (PIB) despegara el primer trimestre (un 1,0% según nuevos datos revisados).
La evolución del PIB japonés se sigue con mayor atención después del lanzamiento en diciembre de una política más amplia y ofensiva de respaldo a la economía, auspiciada por el primer ministro derechista Shinzo Abe.
Los datos de abril a junio se esperaban con expectación porque el Gobierno ha previsto basarse en buen aparte en el vigor del crecimiento en primavera antes de decidir si aumenta o no la tasa al consumo, del 5% actual a un 8% en abril de 2014 y al 10% en octubre de 2015, de acuerdo con una ley adoptada.
Entre abril y junio, el crecimiento siguió sostenido por un sólido consumo de las familias, aunque su progresión se consideró un poco menos rápida que en la estimación inicial.
En cambio, el aumento de la demanda pública (consumo e inversión) fue revisado al alza. El aumento del gasto público de las autoridades, sobre todo en el sector de las grandes obras, constituye una de las tres "flechas" de la política económica de Abe, apodado "Abenomics" por los medios de comunicación.
El Gobierno también prometió reformas estructurales para aumentar el potencial de crecimiento del archipiélago, y animó al Banco de Japón a flexibilizar considerablemente su política monetaria para salir de quince años de deflación.
La introducción por el Banco de Japón de liquidez en gran cantidad en los mercados conllevó una fuerte depreciación del yen, lo cual aumenta la competitividad de los productos nipones en la exportación al tiempo que encarece la factura energética de Japón en un momento de escasez nuclear post-Fukushima.
Entre abril y junio, el comercio exterior contribuyó al crecimiento del país, gracias entre otros factores a numerosos envíos de coches al mercado estadounidense y a pesar de compras importantes de hidrocarburos.