El país cerró en 2011 un acuerdo para un rescate internacional de 78,000 millones de euros.
A cambio, el gobierno tuvo que aplicar un plan de austeridad sin precedentes, basado en un recorte drástico de los sueldos de los funcionarios y de las pensiones, y un aumento de impuestos del 30 por ciento.
El pasado mayo, Portugal salió de dicho plan de rescate y recuperó su autonomía financiera.