Es muy preocupante el desaire de López Obrador a los representantes de las víctimas de personas desaparecidas y asesinadas.
• La paz y la justicia es posible con la participación de todos los sectores de la sociedad, pero con la apertura, diálogo y responsabilidad del gobierno.
• El gobierno de Morena hizo historia al tener el mayor registro de homicidios, feminicidios y robos en 2019.
• En más de un año de gobierno quedó claro que a López Obrador no le interesa dialogar con los partidos, ni con los grupos parlamentarios, ni con nadie opositor.
Por el bien de todos los mexicanos, el Presidente de la República debe escuchar y, sobre todo, atender eficazmente el clamor de seguridad para los mexicanos, expresado a través de la Caravana por la Paz, afirmó el Presidente de Acción Nacional, Marko Cortés Mendoza.
El Gobierno de Morena está ensoberbecido, en más de un año de gobierno quedó claro que a López Obrador no le interesa dialogar con los partidos, ni con los grupos parlamentarios, ni con ningún representante de la oposición.
“No cabe duda que el gobierno de Morena está haciendo historia. Es el que ha logrado el mayor registro de homicidios, feminicidios y robos. Es el que nos ha llevado a un crecimiento cero de la economía. Es el que no resuelve el desabasto de medicinas para niños con cáncer. Es el que desaira a las víctimas de la violencia y la inseguridad”, describió.
Atender y oír a los gobernados, indicó, es obligación de cualquier gobernante, por más duras y complejas que sean sus demandas, porque eso es lo que implica ser autoridad y el cumplimiento del deber con los ciudadanos.
“Es preocupante el desprecio oficial a los representantes de los más de 61 mil desaparecidos y 35 mil asesinatos al cierre de 2019”, puntualizó.
Finalmente, Cortés Mendoza aseguró que la Marcha por la Paz encabezada por el poeta Javier Sicilia, Adrían LeBarón, Alberto Athié y otros activistas pro derechos humanos, no es una ocurrencia sino el esfuerzo de una sociedad agraviada que exige paz y justicia a un gobierno que se resiste a reconocer que no es con abrazos o voluntarismos como se debe combatir a la delincuencia.