Carecen de tipificación de la pederastia la mayoría de los estados en México.

Propone la diputada Claudia Báez que lo hagan, y a quienes ya lo contemplan, que aumenten las penas

 De cada 100 denuncias, 10 llegan a juicio y del total registrado, sólo se condena una


La diputada Claudia Báez Ruiz (Encuentro Social) propuso exhortar a los congresos locales que no han tipificado el delito de pederastia en sus códigos penales a que, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y legales, evalúen la necesidad de hacerlo, dados los altos índices de casos que se han presentado en este delito.
En tanto, a los congresos de Baja California, Colima, Chiapas, Durango, Guerrero, Querétaro, Tabasco y Veracruz les planteó que, en el ámbito de su competencia, consideren el aumento de las penas a pederastas.
A través de un punto de acuerdo que analiza la Comisión de Justicia precisa que si bien el delito se sanciona en el Código Penal Federal, tiene su mayor incidencia, principalmente, en el ámbito local. En la actualidad, 24 de las 32 entidades federativas carecen de la tipificación de pederastia como un delito.
Estos son: Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Coahuila, Chihuahua, Ciudad de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas.
De acuerdo con psicólogos, las víctimas pueden tardar hasta 20 años en poder hablar del abuso sufrido, mientras que especialistas que trabajan con detenidos por delitos sexuales mencionan que uno de cada cinco niños agredidos se convierte en agresor al crecer y que 40 por ciento de estos agresores fueron violados en su infancia.
El Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) establece que de cada 100 denuncias 10 llegan a juicio y que del total registrado, sólo se condena una, por lo que 99 por ciento de los casos queda impune.
Báez Ruiz expone que a partir de estas cifras, algunos especialistas consideran que las denuncias de los niños víctimas de abuso son verídicas en 93 por ciento de las ocasiones y se reduce a 30 por ciento si hay manipulación de alguno de los padres en caso de divorcio; entonces, puede llegar a desestimarse el proceso legal del menor al considerarse que mezclan hechos con fantasía.
Tal situación es preocupante debido a que la problemática se presenta tanto en la infancia como en la adolescencia y en todo tipo de entornos, por ejemplo: en la primera etapa de vida el agresor puede ser el padrastro en 30 por ciento de los casos, los abuelos en otro 30 por ciento y tíos, primos, hermanos o cuidadores, en 40 por ciento.
Por otro lado, en edad escolar los agresores son maestros en un 30 por ciento y sacerdotes en otro tanto; mientras que en la adolescencia 80 por ciento de los casos sucede en fiestas, vía pública o escuelas.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) precisa que México ocupa el primer lugar en abuso sexual, violencia física y homicidio en contra de menores de 14 años.
Conforme con el Inegi, hasta agosto de 2019 la tasa de violación a menores era de mil 764 por cada 100 mil habitantes, de los cuales cinco mil de cada 100 mil sufren tocamientos; transformando en números relativos, una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños fueron violados antes de cumplir la mayoría de edad; las tres entidades federativas con más incidencia son: Querétaro, Tlaxcala y Chihuahua.
Además, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) reconoció que en los últimos 10 años se han registrado 426 casos de pederastia clerical, de los cuales 176 siguen en proceso y 253 han sido completados.
La Asociación para la Prevención de los Abusos Sexuales en la Infancia (Aspasi) asegura que las niñas y niños víctimas de abuso sexual infantil desarrollan baja autoestima, miedo, sentimiento de suciedad, vergüenza, culpabilidad, hipersexualización o temor al sexo, anorexia, depresión, psicosis, dificultad para relacionarse, dependencia, drogadicción, autolesiones, o tentativa de suicidio; las víctimas crecen con miedo, desconfianza y angustia.
Tales puntos, añade: “son resultados del trauma en que vivieron los infantes y adolescentes; en las ocasiones más favorables, las personas deciden olvidar; sin embargo, en un porcentaje alto, el trauma los conduce al consumo excesivo de alcohol y de drogas”.
La diputada Claudia Báez puntualiza que en caso de que la víctima haya sido una niña puede desarrollar fobia al sexo o conductas sexuales riesgosas, sumado a que son más propensas a sufrir abusos en la edad adulta; un niño agredido llega a desarrollar problemas de identidad sexual, falta de satisfacción o alteración en la motivación sexual.
Expuso que se han presentado diversas iniciativas para regular la pederastia; no obstante, han quedado pendientes desde las últimas siete legislaturas, de ahí que sea importante tomar medidas contra este ilícito y garantizar los derechos de niños, niñas y adolescentes.

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