Los actos delictivos son un método para vivir el día a día, es de esperarse que quienes viven de ello busquen adaptarse a la cuarentena: Reintegra
Ciudad de México a 15 de abril del 2020.- La pandemia del COVID-19 ha significado un cambio sustancial en nuestro estilo de vida, el virus es el mismo en todas las naciones que se enfrentan a él; sin embargo, la forma de abordar y atender la contingencia no, las soluciones corresponden a los recursos con los que cuente cada país, en este sentido ¿Qué pasa en México en temas de delincuencia?
Pensar que los índices delictivos irán a la baja por la ausencia de personas en las vías, así como transportes públicos es una falacia porque mientras el número de robos en la calle y a transeúnte disminuyen, las extorsiones y el abuso por internet van al alza. Como se sabe, la manera más eficaz para combatir este virus es el distanciamiento social, lo cual pone a prueba una aptitud necesaria: la adaptabilidad, esto incluye a quienes viven de actividades ilícitas.
Quienes viven de la delincuencia buscarán adaptarse y encontrar nuevas formas de llevar a cabo su “negocio”. Sin embargo, el delito de ocasión si se verá reflejado a la baja. Por otro lado, el delito de violencia intrafamiliar se encuentra al alza, las víctimas han sido encerradas con sus victimarios, y aún no tenemos albergues suficientes o una estrategia para atender esto. Comenta Jimena Cándano, Directora General de Fundación Reintegra.
Ante este escenario, resulta complicado pensar que la cuarentena favorecerá a la seguridad en un país como México, pues mientras bajan los delitos en la calle, aumentan los que se producen en el mundo virtual, pero ¿por qué la violencia sigue ocurriendo aún en un contexto como este? Porque no es suceso aleatorio, es parte de una cultura de situaciones familiares, sociales, económicas y políticas envueltas dentro un sistema cultural que normaliza, además de promover el conflicto.
Las personas no cometen delitos por ser hombres, mujeres, niños, adolescentes o por pertenecer a una minoría étnica; tampoco porque se encuentran desempleados, por tener “malas calificaciones” en la escuela, por vivir en una vecindad, por haber tenido una madre fumadora o por tener un gen que lo hace propenso a la violencia.
Entonces ¿cuáles son las causas reales? entre otras, un sistema educativo ineficiente e incluso inexistente para algunas comunidades; la desigualdad económica y social; desintegración familiar, maternidades, así como paternidades forzadas o ausentes; corrupción; impunidad; sistemas penales poco eficientes; cultura de ilegalidad; normalización de la violencia; ausencia de políticas que garanticen las mismas oportunidades laborales y una sociedad indiferente que además es punitiva, la cual busca venganza en vez de justicia.
En tanto no trabajemos en estas condiciones no podremos aspirar a que los índices delictivos comiencen a disminuir en nuestro contexto habitual, ni en uno de emergencia sanitaria como el de pandemia del COVID-19 que nos vulnera a todos, enfatiza Cándano.
La configuración del mundo a partir de los estragos del coronavirus debe comenzar ahora, reflexionemos en torno a cómo debemos actuar en adelante, trabajemos en crear entornos más seguros que propicien el sano crecimiento de nuestros niños y adolescentes para que los actos delictivos no sean una opción. Seamos partícipes en la creación de la sociedad en la que queremos vivir, optemos por una actitud proactiva para nuestro bienestar en cualquier escenario.