El más visible hoy se llama Eduardo López Betancourt
Ciudad de México, 7 de diciembre 2021, - A consecuencia del río revuelto armado por las declaraciones presidenciales de derechización de la UNAM, se
han revelado naturaleza e intenciones de varios personajes que han vivido de medrar de la universidad, pero lo han hecho presentándose y promoviéndose como grandes educadores, profesores excepcionales, garbanzos de a libra y vacas sagradas de la institución.
El más visible hoy se llama Eduardo López Betancourt, un viejo priista que fue mano derecha del cacique, también priista y también viejo, responsable de la guerra sucia en Guerrero de los años setenta: Rubén Figueroa Figueroa.
Disfrazado de respetable académico universitario, cuando en realidad es un abogado litigante gangsteríl y un próspero empresario de la especulación inmobiliaria, López Betancourt ha lanzado una conveniente cruzada para demandar la misma reforma a la UNAM que el presidente tabasqueño sueña. Su gesta, la de López Betancourt, tan falsa como un billete de 30 pesos, sería un poco mas creíble si no la encabezara él mismo, pues don Eduardo tiene de morenista y de lopezobradorista lo mismo que Felipe Calderón.
El mismo profesor universitario que hoy presume haberle enviado al presidente 8 mil firmas que le solicitan intervenir en la UNAM para modificar su forma de gobierno, López Betancourt, ayer vociferaba en contra del tabasqueño, cuando apenas era precandidato presidencial. Su tirria contra el de Macuspana era de tal nivel, que desde la UNAM públicamente lo llamó delincuente electoral en la ocasión en que López Obrador visitó el campus universitario, a invitación de John Ackerman, en 2017.
Así, sin importarle nada la incongruencia ni la contradicción, ayer López Betancourt gritaba que los políticos debían estar fuera de la UNAM; (sobre todo los políticos que no eran sus amigos) pero hoy casi le suplica al presidente que intervenga en la vida universitaria para impulsar una reforma que le permita a los estudiantes y profesores seleccionar a sus autoridades mediante elecciones internas.
Eduardo López Betancourt es el abogado que litigó la causa de su paisano, Félix Salgado Macedonio, contra el Instituto Nacional Electoral cuando le retiraron la candidatura al gobierno guerrerense. Es además el presidente del Tribunal Universitario por decisión del enigmático rector Enrique Graue Wiechers. Desde esa posición se ha dedicado, además de seguir esquilmando a la UNAM, porque es uno de los funcionarios universitarios con mejor salario, a emprender una guerra frontal contra los directores de facultades e institutos, a quienes acusa de ser uno mafiosos cada vez que tiene oportunidad; contra los miembros de la Junta de Gobierno de la UNAM, a quienes llama picaros y desvergonzados coludidos con la que él llama la mafia de los directores; y contra su propio “amigo”, el rector Graue, a quien identifica como el mafioso piloto del avión universitario contra el que el presidente ha lanzado sus críticas.
En la 4T hay varios que saben y conocen bien quién es López Betancourt. Uno de ellos es el americano, Ackerman, que lo ha sufrido como compañero catedrático en la Facultad de Derecho, cuando aquel era un priista recalcitrante. Otro es Martí Batres Guadarrama que incluso lo conoció como maestro en sus años en el CEU y en la UNAM, otra es Luisa María Alcalde que también pasó por las aulas universitarias y tuvo oportunidad de saber quién es López Betancourt y cómo se conduce con las alumnas. Uno más es el fiscal Alejandro Gertz Manero, que por cierto tiene sobre su escritorio una denuncia penal, por acoso sexual, interpuesta y ratificada por una estudiante de nombre Lourdes Ojeda, contra el mismo presidente del Tribunal Universitario que se dice defensor de las mujeres.
En el camino y por ridículo que parezca, hoy Eduardo López Betancourt se quiere presentara como el defensor del mismo presidente López Obrador al que ayer denostaba como candidato. Condena a los universitarios que critican al mandatario por querer intervenir en la universidad, y deplora, como si él no lo hubiera llamado delincuente electoral, que hasta con su familia se hayan metido.
Por más presidente del Tribunal Universitario y amigo de Félix Salgado Macedonio que sea, López Betancourt es un abogado acaudalado, propietario de inmuebles comerciales y habitacionales que tiene en renta en las más exclusivas zonas de la ciudad, miembro de la casta privilegiada de académicos de la UNAM que ganan más que el presidente, y además aviador porque tiene plaza de profesor de tiempo completo al mismo tiempo que dice atender el Tribunal Universitario, lleva negocios en su despacho y administra los múltiples inmuebles de cuyas rentas vive.
Ese hombre, con un perfil tan polémico y un nivel de vida tan privilegiado que se transporta en vehículos con blindaje, no será un operador ni medianamente creíble en la UNAM para la 4T.