Papelerito que apenas van naciendo a la vida, no se puede ser malo a temprana edad, pero es señalado por la misma sociedad por estar mugroso, limpiar los parabrisas de los autos para ganare un centavo y comprar un pedazo de pan. Para estos menores de edad, no existe el 30 de abril, nadie los toma en cuenta y no saben que este Día es del Niño.
Drogado por el cemento que adquirió, toreando los carros, semidesnudo y con los ojos vidriosos, esta población callejera, a temprana edad sabe de los sufrimientos que un niño desamparado vive y no tiene para comer.
Mientras que en las esquina de las calles del primer cuadro de la ciudad cientos de niños, tienen que trabajar limpiando parabrisas para comprar un pedazo de pan, en este Día del Niños, en otros puntos de la ciudad, millones de esta población infantil, reciben gustosos sus juguetes caros que le dan sus padres, en las escuelas los homenajean con festivales y les dan deliciosos desayunos.
En tanto que en los hogares hay risas, travesuras, alegría, berrinches, ternura, nobleza y las ideas más divertidas solamente pueden venir de los seres más maravillosos, ingeniosos y chistosos del mundo, los niños y las niñas, nadie voltea los ojos para ver a los niños callejeros que sufren y muchas veces mueren en la vía pública.
La infancia, es una etapa de la vida muy importante, durante ella se aprenden muchísimas cosas, se desarrollan muchas habilidades y valores y se establecen las bases para una vida social.
En 1954, la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó que se instituyera en todos los países un Día Universal del Niño y sugirió a los gobiernos estatales que celebraran en la fecha que cada uno de ellos estimara conveniente.
La ONU celebra dicho día el 20 de noviembre, en conmemoración a la aprobación de la Declaración de los Derechos del niño en 1959 y de la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989.
En México, el festejo se estableció para el 30 de abril desde 1924, siendo presidente de la República el general Álvaro Obregón y Ministro de Educación Pública el licenciado José Vasconcelos.
A partir de entonces cada año se les festeja a algunos de ellos tanto en casa como en diferentes instituciones públicas y privadas.
Lo más importante de este día, es recordar que los niños, niñas y adolescentes tienen derechos y que los gobiernos, sociedad, familias y maestros debemos luchar por que se cumplan cabalmente.
Los adultos y el gobierno tienen la obligación de proveer lo necesario para que los niños y niñas se desarrollen bien, deben establecer las medidas adecuadas y oportunas para protegerlos y deben permitir que participen en muchas cosas para que puedan aprender a valerse por sí mismos, sin importar si son del campo o la ciudad, ricos o pobres, blancos o morenos, de diferentes religiones y costumbres, o si está enfermos o con alguna discapacidad, todos los niños y niñas tienen los mismos derechos.
Los niños y niñas tienen derecho a no trabajar, a no ser separados de sus padres aunque no vivan juntos, a que nadie abuse de ellos para hacer trabajos o cosas que los lastimen en su integridad física, emocional o social.
Tienen derecho también a la libertad y a ser tratados con justicia si cometen algún delito. A tener amigos, a jugar, descansar, hacer ejercicio o deporte, cantar y bailar, en pocas palabras tienen derecho a ser felices.