Dudan analistas de transformación a fondo de un mastodonte en peligro de extinción

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La reforma energética del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto hace que Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa otrora emblema de México, tenga “sus días contados”, quede sujeta a un “pronóstico reservado” y con indicios que “no son halagüeños”, coincidieron en señalar por separado el politólogo Héctor Barragán Valencia y la experta petrolera, Miriam Grunstein.

David Shields, un experto en materia petrolera, plantea en cambio que la reestructuración de Pemex, “en general va en el sentido correcto”.

“La creación de empresas filiales en cinco líneas de negocios puede brindar la oportunidad de que Pemex se relacione mejor con otras compañías en una situación de mercado abierto”, argumenta Shields.

Sin embargo, y en coincidencia con Grunstein, Shields admite que no le queda claro “por qué Pemex quiere quedarse en el negocio de los fertilizantes, habiendo escasez de producción de gas y no habiendo sido un negocio rentable para Pemex”.

Esto último, concede Shields, podría tener “una directriz política de apoyo al campo”.

Pero Grunstein discrepa, al señalar que áreas como las de perforación o de fertilizantes, resultan propias del mercado y no del ámbito gubernamental, porque “crea distorsiones” y dificulta la competencia, algo que sólo ocurre de manera mucho más ágil entre particulares. “Las filiales se rigen en forma distinta. Son un régimen especial”, apunta.

Grunstein, del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), añade en la entrevista con El Punto Crítico que la reforma para Pemex podría incluso llevar al “desmoronamiento” de la paraestatal petrolera, que según la nueva ley petrolera deberá perfilarse como una empresa productiva del Estado.

La investigadora expone que el desmoronamiento de Pemex dependerá en todo caso de cómo se administren los cambios impulsados por la reforma peñista, pero advierte que se requiere una “gestión empresarial agresiva, clara y bien dirigida”.

En particular, alude que desde hace años Pemex pierde dinero por su régimen fiscal, su “pésima” administración y por meterse en “proyectos carísimos”, como la compra-venta de Repsol, la exploración en aguas profundas y la petroquímica en ruinas.

Desde su punto de vista, el estado no tiene para qué invertir recursos públicos en empresas que operan mejor en condiciones de mercado.

Grunstein hace ver además que el nuevo Consejo de Administración de Pemex, que asumió en octubre último, quedó constituido por personas que responden más a un criterio “político”, con excepción del caso de Octavio Francisco Pastrana, lo que acentúa las dudas sobre la pertinencia de la reforma.

“Es dudoso que personas que no tengan una experiencia sólida en la conducción de una empresa petrolera vayan a tomar las mejores decisiones para una industria petrolera” como es Pemex desde su origen, plantea Grunstein.

Esto, matiza, al margen de la brillantez personal o académica de los cinco consejeros independientes de un total de 10 que forman el Consejo. El punto es, argumenta, que en general carecen de “experiencia petrolera” para adoptar decisiones relacionadas con una “visión de largo plazo” en áreas críticas como inversiones, alianzas internacionales y otras.

Los consejeros independientes, ratificados el pasado 18 de septiembre por el pleno del Senado de la República y que tomaron posesión en octubre último son: Alberto Tiburcio Celorio, por un periodo de 2 años; Octavio Francisco Pastrana, por 3 años; Jorge Borja Navarrete, por 4 años; Jaime Lomelín Guillén, por 5 años; y Carlos Elizondo Mayer-Serra, por 6 años.

Desigual competencia

en eficiencia operativa

A su vez, Barragán Valencia, un politólogo del Centro Tepoztlán, un espacio de análisis y discusión multidisciplinarias e independientes creado hace más de tres décadas, considera que Pemex “tiene sus días contados”.

Según Barragán Valencia, “vamos va a obligar a competir a este mastodonte, en proceso de extinción, con empresas que le superan hasta en cinco veces (500%) en eficiencia operativa”.

A esto, añade la exacción del fisco a Pemex, que “la dejará sin mayores márgenes para invertir. Esto significa que los días de Pemex están contados”, insiste..

Añade que hace mucho tiempo, Pemex “entró en un proceso de achicamiento y decadencia”, lo que explica los menguantes volúmenes de producción y la perenne caída de las reservas probadas.

Barragán Valencia indica que a julio de 2014 la producción de petróleo llevaba 127 meses de continua disminución. “Diariamente se han dejado de producir 995 mil barriles de crudo, lo que a un precio ponderado de 80 dólares equivale a una pérdida de ingresos de 228 mil 600 millones de dólares para el erario mexicano en dicho periodo. De ese tamaño es el encogimiento de Pemex”, puntualiza este analista.

A este panorama desolador, Barragán Valencia añade el escenario mexicano que será abierto a la competencia de la industria petrolera.

“México está al borde de una crisis política y constitucional; la corrupción, ahora tenemos la certeza, permea hasta las más altas esferas de la política”, apunta.

“¿Qué nos espera cuando estas compañías vengan a México?” pregunta Considera que se encontrarán “en el ambiente más propicio para hacer y deshacer (el colapso institucional de México), como ocurre en Oriente Medio y África.

En segundo lugar, apunta, “hay serio peligro de que se agudicen los problemas agrarios (con el consiguiente desplazamiento de miles de campesinos), y la escasez de agua, que además será contaminada por los químicos que se utilizan para la fractura hidráulica. Es decir, las luchas agrarias y por el agua, se agravarán”.

Ausencia de éxitos

exploratorios de pozos

Pero Shields cree que la restructuración de Pemex tiene “sentido común” al prever sólo dos empresas subsidiarias, una de “aguas arriba” (Exploración y Producción) y otra de “aguas abajo” (Transformación Industrial).

“Esto sigue la lógica de la industria petrolera mundial, en vez de que haya tres subsidiarias de transformación industrial que no estaban coordinadas en sí”.

También considera que “esto implica simplificación administrativa, que es muy necesaria en Pemex. También la creación de dos direcciones en PEP (una de Exploración y otra de Producción y Desarrollo) corresponde a la norma internacional y reconoce la urgencia de explorar más ante la declinación de la producción.

Sobre el perfil de los nuevos consejeros independientes, Shields cree “que hay más profesionalismo” y que “ya no tienen un perfil político (como los consejeros profesionales anteriores), pero les queda el reto de transparentar ante la sociedad las actividades del consejo de administración de Pemex, que históricamente han sido muy opacas”.

Admite sin embargo que los cambios en Pemex no han sido tan rápidos “como quisiéramos y definitivamente no se está revirtiendo la caída de los índices de producción de crudo, gas y petrolíferos, que obedece sobre todo a la madurez y declinación de los yacimientos y la grave ausencia de éxitos exploratorios”.

Además, dice Shields, la Reforma Energética “no implica la transformación a fondo (¿y con bisturí?) que podría haberse dado en caso de colocar a Pemex en Bolsa”.

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