Entre reclamos y reproches por su “pasividad” e “insensibilidad”, padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos exigieron a los senadores la desaparición de poderes en Guerrero, la cancelación en ese estado de las elecciones de 2015, que la Procuraduría General de la República (PGR) abra nuevas líneas de
investigación que incluyan al Ejército y al gobierno del estado, y que el Estado mexicano autorice al Comité de Desapariciones forzadas de la ONU intervenir en el caso Iguala.
“Ya basta de tantas mentiras. Ellos saben bien lo que era Aguirre, lo que era Abarca. Ya no queremos que jueguen con nuestros sentimientos. Sabemos que estamos enfrente de ustedes cuando son el mismo gobierno, bola de corruptos y queremos una respuesta ya, que nuestros compañeros, nuestros familiares nuestros hijos estén de regreso. Queremos decirles a ustedes senadores que si ustedes piensan que una lágrima que ustedes lloran nos van a consolar es una hipocresía de ustedes mismos. Ustedes son una bola de corruptos”, le espetaron a los integrantes de la Mesa Directiva del Senado los padres de los estudiantes secuestrados por policías estatales y entregados al cártel de los Guerreros Unidos, el pasado 26 de septiembre.
Mario César Contreras, padre de uno de los normalistas les increpó a los senadores: “ahora tengo más coraje, nuestros hijos están en sus manos. Ya no tenemos lágrimas, sólo coraje contra ustedes. Qué coraje que sean tan inflexibles, no tienen pantalones para decir no a más reformas”.
Allí estaban, estupefactos, los senadores, del PRD Miguel Barbosa y Luis Sánchez y Dolores Padierna y Angélica de la Peña; del PRI, Omar Fayad; del PAN, Javier Corral y José Rosas Aispuro, y del PT, Manuel Bartlett y Layda Sansores, quien derramó la lágrima.
Durante el encuentro, Contreras González reclamó a los senadores: “Después de 70 días nos reciben, ninguna llamada de ustedes, pero qué tal cuando van a pedir nuestro voto, hasta nos dan la mano aunque la tengamos sucia”.
Cuando terminaron todos los reclamos, el presidente del Senado, Miguel Barbosa, le pedía la palabra al abogado de los padres de los estudiantes, Vidulfo Rosales, pero se lo impidieron y en cambio exigieron que les firmaran de recibido su pliego petitorio, levantarse de la mesa y abandonar la Sala 2 del moderno recinto legislativo de Insurgentes y Reforma.