México, 25 de junio de 2024 ::: Para el investigador del Instituto Mora, José Roberto Campos Cordero,
en los últimos años se habla y escribe mucho de una “militarización” del país, pero considera que el tema no ha quedado claro y por ello dijo que es necesario revisar el pasado para tener una visión más clara de lo que podría pasar en México.
“Si uno revisa la multitud de columnas y artículos de opinión sobre el tema, no hay una definición común”, dijo.
“Se le han dado muchos significados diferentes que han variado con el pasar del tiempo y las situaciones particulares por las que ha atravesado el país. Desde hace tres o cuatro años el término se volvió muy popular para describir y criticar la tendencia de la administración de Andrés Manuel López Obrador de incrementar el papel del Ejército en el Gobierno”.
“El tema de la militarización comenzó a sobresalir durante el periodo de la transición a la democracia, desde el final del sexenio de Vicente Fox, y ya de lleno con el de Felipe Calderón y su llamada guerra contra el narco. Entonces el problema estaba limitado a que se había sacado al Ejército de los cuarteles para cumplir funciones de seguridad pública interna, que, según la Constitución, le eran ajenas. Su función exclusiva debía ser proteger a la soberanía del país ante amenazas externas, y apoyar a la población sólo en casos extremos como un desastre natural. Esa misma preocupación aumentó en el sexenio de AMLO porque no revirtió la percibida militarización de la seguridad pública, como lo prometió en campaña, sino todo lo contrario”.
El investigador expresó que en el 2019 el Congreso aprobó la ley para extender el permiso del Gobierno de emplear al Ejército regular en la seguridad pública, en lo que se consolidaba la Guardia Nacional, pero que de todas formas, esta nueva institución, que sustituyó a la Policía Federal, fue formada principalmente con personal de las Fuerzas Armadas y, con las reformas que vienen, ya será parte de la Sedena.
“Hoy la temida militarización va más allá de la estrategia de seguridad. Las alarmas se encendieron porque en el último sexenio los militares comenzaron a meterse en los cargos públicos a lo largo de todos los niveles de la administración pública. Se les ha encomendado el control migratorio y aduanero, están a cargo de muchos puertos, aeropuertos y los principales proyectos de infraestructura del Gobierno”.
Expresó el temor porque el Ejército y la Marina tienen bajo su control directo los puntos neurálgicos del país. De la mano con ello, su presupuesto se duplicó durante el sexenio, a ritmos que ni siquiera el Gobierno de Calderón alcanzó.
“Y mientras ha sido fácil y conveniente para AMLO recargarse en la disciplina y obediencia del Ejército para agilizar sus proyectos, se sospecha, y con razón, que será mucho más difícil quitarle sus nuevas atribuciones y responsabilidades”.
Consideró que la idea básica de la militarización es que se trata del incremento de la injerencia, participación y funciones de los militares en el Gobierno.
“No cabe duda de que esto es una de sus características principales. Pero esa forma de entender al fenómeno nos ha puesto anteojeras de caballo que nos impiden ver sus causas de fondo y dimensión completa. Primero, asume que ocurre exclusivamente dentro del Estado, lo que está lejos de ser cierto. Osiel Cárdenas inició el proceso en los cárteles de la droga cuando formó a los Zetas, un brazo armado compuesto por exmilitares. Durante el sexenio de Peña Nieto surgieron las autodefensas, grupos civiles armados que se organizaron para protegerse de cárteles.
Considera que “la militarización no sólo es un cáncer del Gobierno, es de toda la sociedad. Segundo, asume que su causa principal son las decisiones y políticas del Gobierno en turno. Sin duda son parte importante, pero más peso tienen las circunstancias en las que todos ellos estuvieron inmersos. Esto es, lo grande que es el negocio del trasiego gracias al prohibicionismo y la demanda de drogas, junto con una oferta casi ilimitada de armas de grado militar en Estados Unidos”.
El investigador remarcó: “Para encontrar el meollo del problema no sólo hay que temer al futuro, sino ver al pasado”.