Anualmente son asesinadas más de mil mujeres por su propia pareja; una de cada cuatro ha sufrido violencia física y/o sexual a manos de su pareja y el 82 por ciento de las víctimas de la violencia no lo denunciaron ante las autoridades.
De acuerdo a un estudio de la Cámara de Diputados, la violencia que se ejerce contra las mujeres representa cifras contundentes, y lo preocupante es que en la actualidad viven con mayor peligro ante grave situación actual, que enfrenta el país por falta de cultura.
En este sentido, el estudio hace referencia que de acuerdo con la Red Nacional de Refugios, 300 mil mujeres están privadas de su libertad “porque su cónyuge las domina económica o políticamente y de éstas un 20 por ciento son esposas de narcotraficantes.
Ante esta grave situación, el estudio de los legisladores destaca la necesidad de que nuestros servidores públicos asuman la tarea primordial, el conocimiento y capacitación para la defensa y el cumplimiento de los derechos de la mujer.
Lo anterior en virtud de que en la actualidad la mujer representa un arma fundamental del Estado para revertir la situación de violencia, porque ella crea la vida, forma hogares y puede sembrar en ellos el respeto por los valores, por los derechos humanos y crear ciudadanos que reviertan cualquier intento de la delincuencia, enfatizó.
Asimismo se señala que en la batalla contra la delincuencia organizada, la mujer juega un papel importante y el conocimiento que tenga de sus derechos y el ejercicio que haga de ellos evitará el abuso en el ejercicio del poder de los gobernantes.
Una de las maneras en que se puede cambiar esta situación, es que al igual que en la lucha contra la violencia criminal, se fomente el respeto a los derechos de la mujer y se exiga permanente voluntad política y acciones con visión de Estado.
Además el estudio señala que lo maltrato hacia las mujeres también es consecuencia de las desigualdades sociales y las condiciones de pobreza, inequidad y exclusión comprometen la posibilidad del pleno cumplimiento de estos derechos.
Paralelamente a ello, destacan las prácticas y costumbres culturales y económicas que se constituyen a partir de la discriminación, la pobreza y el origen étnico siguen afectando a muchas mujeres al grado que para ellas equivale a letra muerta sus derechos plasmados en diferentes ordenamientos.
Por tal motivo, es necesario revisar integralmente las estructuras y modelos sociales “para mejorar la forma en que educamos a la niñez y a la juventud en el reconocimiento a los derechos de las mujeres. Este esfuerzo significa reeducar a las autoridades y a la sociedad para superar los estereotipos en torno a ellas”.
Los derechos humanos en sus contextos de igualdad suponen que entre el varón y la mujer no debe de existir diferencia alguna y que queda atrás la época de la sumisión, ya que el advenimiento de una nueva era exige la observancia plena de los derechos humanos sin distinción del sexo, edad y otras circunstancias.
Cabe hacer notar que ningún pueblo en el mundo que se precie de ser democrático será verdaderamente libre, en tanto persistan normas o costumbres lesivas a la dignidad de las mujeres.
Es imprescindible que se trabaje en la reformulación de todos los cuerpos jurídicos vigentes, empezando por sensibilizar a la sociedad y en especial a las instancias que tienen que ver con la elaboración y promulgación de leyes.
Cuando se logren estos objetivos, se avanzaremos hacia una nueva legislación más equitativa, que respete, que proteja y que garantice la efectividad de los derechos humanos; “lo que está en juego no es el futuro de la mujeres, sino el futuro de la humanidad mexicana”, concluye el estudio.