El obispo de Tlaxcala, Francisco Moreno Barrón decidió participar en el combate frontal a la trata de personas en Tlaxcala, al incluir el tema en sus perspectivas pastorales que habrán de aplicarse para este 2014.
Reveló que la trata de personas es “una realidad lacerante en varias comunidades de la Diócesis, es la trata de personas, que atenta gravemente contra su dignidad y los derechos humanos”.
Aunque la Iglesia, a través de la pastoral social, ha promovido la toma de conciencia de este grave problema y se ha comprometido en la solución de algunos casos particulares. Esto, a pesar de los riesgos graves que esto implica.
Moreno barrón hizo notar que se necesita el compromiso efectivo de las autoridades a distintos niveles y una participación más evangélica de la Iglesia, para dar signos claros de esperanza a tanta gente que sufre en carne propia y calladamente esta problemática que mina la vida de nuestra sociedad.
En su plan de trabajo, añadió que en el espíritu del año nuevo, que nos hace valorar el pasado y mirar con esperanza el futuro, les comparto algunas perspectivas pastorales de nuestra Diócesis.
A la luz del Plan Diocesano de Pastoral 2009-2019 y del Informe Quinquenal que he enviado al Santo Padre Francisco, previo a la visita “ad limina” que haremos los obispo de México a Roma en el mes de mayo:
Un reto pastoral importante es que cada sacerdote viva intensamente con su comunidad el Misterio de la Eucaristía y dedique más tiempo a la pastoral profética y social.
Esto nos ayudará a ser los pastores que necesita el pueblo de la Iglesia y a mostrar en nuestras parroquias el rostro misericordioso de Dios.
En una Diócesis que es un semillero vocacional, urge promover de manera decidida las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa en todos los ambientes, con la fuerza del testimonio y con un sugestivo llamado personal a los niños, adolescentes y jóvenes, en nombre de Cristo y de su Iglesia.
La Piedad Popular, es una de las grandes fortalezas de nuestra Diócesis con sus múltiples expresiones en cada parroquia, lo cual implica un cercano acompañamiento para purificarla, en unos casos y orientarla, en otros, de modo que sea siempre cristocéntrica, propicie una auténtica conversión, nutra la fe en el pueblo de la Iglesia y contribuya a su unidad.
La presencia y participación de los “fiscales” y “mayordomos”, es una riqueza de nuestra Diócesis que hemos de valorar, pero que nos demanda cercanía y formación, para encausar su participación, como servidores de la comunidad y bajo la orientación de su párroco.
En nuestra Diócesis se han ido abriendo espacios hacia dentro de la Iglesia a la participación de los laicos, aún de las mujeres.
Es necesario continuar ese proceso, no para retenerlos hacia dentro de los organismos parroquiales, sino para formarlos y lanzarlos a las estructuras del mundo moderno y de la sociedad tlaxcalteca, de modo que, nutridos por la Palabra de Dios, la oración y la Eucaristía, vivan una fe encarnada, sean fermento en medio de la masa y trasformen las realidades temporales con los criterios evangélicos.
Hoy es el tiempo de los laicos. Son el gigante dormido que tiene que despertar, han de ocupar el lugar que les corresponde, por su bautismo y confirmación, en la vida de la Iglesia y en la trasformación de la sociedad. Sin ellos, la Misión Permanente es prácticamente imposible.
Es urgente ofrecer alternativas para que los laicos, en las diferentes etapas de su vida, reciban una formación continuada, que les permita vivir con madurez su vocación cristiana.