La migración de países centroamericanos tan solo en el año 2000 representó el 8.1% del total de población inmigrante. Al excluir a los nacionales de Guatemala (que constituyen el grupo más numeroso con 4.8% del total de inmigrantes), el conjunto de los seis países restantes de la región representó únicamente el 3.3%. La composición por nacionalidad se muestra a continuación:
En 2005, la Organización de Naciones Unidas estimó que el número total de migrantes internacionales en México alcanzó los 644,361, cifra que representó el 6% del total de la población. Según datos de esa organización, un 48.2% del total eran mujeres.
Con base en cifras de rechazos, devoluciones y aseguramientos del Instituto Nacional de Migración (INM) las personas originarias de Brasil, Ecuador y Guatemala fueron en 2001 quienes tuvieron mayor participación en los flujos irregulares, seguidos de nacionales de El Salvador, Honduras y República Dominicana. En años recientes, los flujos se han incrementado y se han diversificado. Las cifras del INM muestran que en 2007 se registró un aumento sustancial en los rechazos de nacionales de China, Cuba, Perú y Colombia.
7 MIL NIÑOS MIGRANTES DETENIDOS EN MÉXICO EN 2013
A pesar de que la legislación mexicana establece que las niñas, niños y adolescentes migrantes en situación irregular no acompañados deben ser canalizados inmediatamente al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en la práctica siguen siendo retenidos en estaciones migratorias. En 2012, 6 mil 100 niños, niñas y adolescentes —provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador, principalmente— fueron alojados en estaciones migratorias mientras se resolvía su situación migratoria y durante los tres primeros trimestres del 2013 se han registrado 7 mil 031 casos similares, lo que muestra una tendencia ascendente en estas prácticas.
Especialmente, los niños y adolescentes de entre 12 y 17 años —80% de los migrantes dentro de este grupo vulnerable— son detenidos en dichas estaciones, que carecen de las condiciones para asegurar su integridad y el goce de sus derechos fundamentales. Esto se debe, principalmente, a la falta de recursos, espacio en los albergues y un pobre sistema de comunicación entre las autoridades migratorias.
La encarcelación, aunque sea por un corto periodo, puede tener graves consecuencias en el desarrollo físico y psicológico de esta población. Las secuelas de este encierro, en el corto plazo, incluyen depresión, ansiedad, estrés post-traumático, somatizaciones físicas como dolores de estómago y jaquecas, y pensamientos suicidas, entre otros.
En el actual esquema legal migratorio de México no existen figuras de alternativas a la detención como principal mecanismo de procesamiento a los migrantes en situación irregular. La Coalición Internacional de la Detención (IDC, por sus siglas en inglés), ha hecho énfasis sobre la necesidad de adoptar medidas que protejan la libertad de movimiento de niños, niñas y adolescentes, y que garanticen la protección integral a sus derechos humanos.