Debido a que los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura y Escritura (ENLE) 2015-2018 y del Módulo sobre Lectura (MOLEC) 2015 realizados por Conaculta y el INEGI respectivamente arrojan magros avances en los resultados obtenidos hace una década respecto del promedio de libros leídos anualmente, la Presidenta de la
Comisión de Educación Pública y Servicios Educativos solicitará que se adicione en la estructura programática del PEF 2017 un programa presupuestal para este fin.
Lo anterior luego de que tanto los resultados de la ENLE y del MOLEC muestran que en 2015 el promedio de lectura de libros por año varía entre 3.5 y 3.9, lo que significa un pequeño avance desde 2006 cuando el promedio de lectura de libros leídos al año fue de 2.9, número que se estancó en 2012 y que hoy penas avanzó medio punto porcentual. De igual modo, el comparativo del número de libros con que cuenta el hogar mexicano revela que alrededor del 48% de los hogares que cuentan con libros impresos poseen entre nueve y 74 libros, sin embargo, casi una tercera parte de los hogares (31%) cuenta con cinco o menos libros impresos en el hogar.
Esta solicitud de asignación presupuestal se encuentra respaldada por recientes investigaciones de expertos mundiales en educación como Ludger Woessman que muestran que entre los factores que influyen en el mejor desempeño educativo reflejado en los resultados de los alumnos en las pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) se encuentran, además de los antecedentes familiares, los recursos de la escuela y el factor institucional, el número de libros que hay en casa, por lo tanto, el fomento a la lectura sigue siendo altamente relevante.
Además, dado que existe evidencia de que los cambios en el rendimiento escolar son un poderoso determinante de los niveles de producción y el crecimiento económico de los países, el aumento de recursos en este rubro no solo beneficiará en los resultados de las mencionadas pruebas, sino que, en el largo plazo también redundará en el crecimiento económico, por lo que es prioritario que en el PEF 2017 se incluyan recursos para incidir positivamente en este rubro.
La parlamentaria considera que es urgente que México cuente con una política seria y de largo plazo para el fomento a la lectura, que trascienda los planes sexenales y asegure asignaciones presupuestales programadas para este fin ya que los presupuestos por programa existentes no solo han variado los montos asignados, sino también las denominaciones de los mismos.
De 1995 a 2006 dicho presupuesto se etiquetó como Lectura y Libro, de 2007 a 2012 se le nombró Esparcimiento cultural y fomento a la lectura; sin embargo, a partir de 2013 se le designó Programa Nacional de Lectura y, en 2014, como Fomento y Promoción de la Lectura y a partir de 2015 debido a las resectorizaciones y fusiones de los presupuestos por programas no se le consideró como una actividad prioritaria y desapareció.
Finalmente, la legisladora consideró que de no etiquetarse este presupuesto México tardará aún más de los 65 años que plantea la OCDE en alcanzar los niveles promedio de comprensión lectora.