El Paquete Económico 2017 debe contemplar una verdadera estrategia de gasto, toda vez que en esta ocasión será posiblemente la principal manera de mantener sanas las finanzas públicas, ya que en materia fiscal tal parece que se mantiene el compromiso de no elevar la carga tributaria ni instrumentar nuevos impuestos.
Lo anterior fue expuesto por el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, quien añadió que será interesante conocer como se estructura el marco macroeconómico en la elaboración del Programa Económico, sobre todo cuando las estimaciones de crecimiento del PIB se han ajustado a la baja de manera importante.
A principios del año la economía crecía a un ritmo de 2.5% y las autoridades esperaban que el dinamismo que mostraba el consumo fuera suficiente para impulsar el mercado interno y lograr un ritmo de avance de la actividad económica entre un rango de 2.6% a 3.6%, tanto para el 2016 como para el 2017.
Sin embargo, en el segundo trimestre el balance de riesgos comenzó a agudizarse propiciando un menor dinamismo de la economía, al grado de que las expectativas de crecimiento continuaron corrigiéndose a la baja, acercándose cada vez más a la línea del 2.0%.
La economía mundial sigue sin repuntar, en especial los Estados Unidos, que es nuestro principal socio comercial y fuente importante del impulso del aparato productivo mexicano, y no hay señales de una recuperación significativa en los próximos meses. De hecho, esto ha sido un factor relevante en la decisión de la FED para mantener sin cambio sus tasas de interés.
Fortalecer la estabilidad macroeconómica es fundamental en este contexto, y la mejor manera de hacerlo es un programa de gasto eficaz y transparente. Uno que contribuya realmente a impulsar la actividad económica y al mismo tiempo cumpla su función como factor de redistribución de la riqueza.
Hasta ahora, existe un gran número de programas que siguen siendo considerablemente regresivos, a pesar de los esfuerzos que se hicieron con el intento de instrumentar un presupuesto base cero.
No obstante, los recursos destinados a la inversión productiva han continuado reduciéndose, inhibiendo la posibilidad de fortalecer el acervo de capital, ocasionando que la creación de nuevos empleos no sea la suficiente para satisfacer las necesidades que año con año tienen quienes se integran al mercado laboral.
No hay duda de que es fundamental que el gasto público sea eficiente, sin embargo, dadas las condiciones ya no solo es indispensable la buena asignación de los recursos, sino una reducción importante en todo el gasto. La relación deuda total a PIB, considerando al saldo histórico de los requerimientos financieros del sector como el indicador más amplio de deuda pública, fue equivalente a 46.9% hasta el primer trimestre del año, y se espera que al finalizar el ejercicio ascienda a 50%. Si esto se cumple, en los primeros cuatro años del sexenio la deuda total se habrá incrementado en el equivalente a 13.6 puntos del PIB.
Aunque los planes de las autoridades apuntan en la dirección correcta al estimar una disminución de medio punto porcentual en los requerimientos financieros del sector público para el 2016, de tal manera que representarían 3.0% del PIB, es claro que la velocidad con que se intenta ajustar esta variable es considerablemente menor en la que se incrementó la deuda total.
Fortalecer la estabilidad macroeconómica implica consolidar las finanzas públicas, para lo cual es indispensable una reducción importante del gasto público que contribuya a regresar a un balance primario superavitario suficiente para evitar que la deuda total siga creciendo como porcentaje del PIB y además contribuya a reducir las presiones de la cuenta corriente, que en la primera mitad del año registró un déficit de 15,449 millones de dólares, cifra equivalente al 3.0% del PIB.