Ciudad de México, 15 de octubre 2021, - Los agricultores más productivos de México temen no poder satisfacer la creciente demanda doméstica tras los recortes de fondos estatales sufridos en el actual Gobierno y advierten sobre una creciente dependencia de las importaciones del maíz que se usa para elaborar las tradicionales tortillas.
Bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador, el presupuesto agrícola se ha recortado en un tercio, mientras se han eliminado casi del todo los apoyos destinados a los productores comerciales y con más hectáreas, que representan cerca de dos tercios de la producción nacional de maíz.
México es autosuficiente en maíz blanco, pero José Cacho, vicepresidente de Grupo Minsa, advierte que estos cambios podrían obligar al segundo mayor molinero nacional de harina de maíz a comprar en el mediano plazo insumos importados que hace unos cuatro años adquiere exclusivamente en el país.
“Nuestra preocupación es que cuando se eliminan (los apoyos), este tipo de programas se ven debilitados y se corre el riesgo de que no se consiga suficiente maíz y se tenga que importar más”, aseguró Cacho, refiriéndose a las 800,000 toneladas que Minsa compra al año.
La Secretaría de Agricultura de México (Sader) y la oficina de la Presidencia no respondieron a las solicitudes de Reuters para ahondar en el tema.
Aunque el Gobierno dice que considera importantes a todos los productores, su secretario de Agricultura aseguró el mes pasado en Twitter que, con los limitados recursos disponibles, se debe priorizar a “los más vulnerables” que estaban en estado de abandono en las regiones rurales pobres del país.
La pobreza rural ha sido un impulsor de la migración hacia Estados Unidos y del malestar social durante décadas. López Obrador, quien se comprometió a ayudar a los más necesitados, impuso un agresivo programa de austeridad mientras ha reasignado recursos para tratar de honrar su promesa.
El Gobierno sostiene que los nuevos esquemas que apoyan a los agricultores más pequeños, como el programa bandera de precios de garantía o precio mínimo para diversos rubros, eventualmente reducirán las importaciones.
El mexicano Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) pronostica que la producción de maíz blanco caerá un 3.4% a 23.5 millones de toneladas este año, antes de repuntar en 2021.
Sin embargo, la consultora prevé que la cosecha general de maíz de México solo aumentará gradualmente en cerca de un millón de toneladas para 2024, el último año del mandato de López Obrador. Ello está muy por debajo del crecimiento de la demanda de un millón de toneladas cada año, o alrededor del 2.5% anual.
SIN INCENTIVOS
El uso creciente de maíz amarillo para engordar el ganado de México ha provenido durante décadas de suministros más baratos desde Estados Unidos, y las importaciones representan actualmente más de un tercio de la demanda nacional del grano.
Si bien esto ha mantenido los precios bajos, también ha socavado a los agricultores mexicanos que enfrentan costos más altos, mientras los principales actores de la agroindustria dicen que los recortes de apoyos y subsidios exacerbarán el problema al hacerlos menos competitivos.
“Hoy el maíz no es negocio (...) porque es más barato importar”, opinó Juan Pablo Rojas, quien encabeza la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz y además lo cultiva cerca de la costa pacífica de México. “Se está desincentivando la producción nacional del grano”.
Importar maíz para tortillas podría potencialmente hacerlas más baratas para el consumidor final, pero una disminución en la producción nacional de un rubro medular de la identidad mexicana sería además un golpe para el sentido de independencia del país.
Más allá de ese simbolismo, México todavía está marcado por la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de una guerra arancelaria, que llevó a los importadores de maíz a reconsiderar cuán confiables eran los suministros del norte.
“Se afecta la soberanía nacional”, dijo Rojas, y agregó que cuando el trabajo en las granjas deja de ser rentable, los jornaleros tienden a migrar para buscar emplearse en otras ciudades dejando la actividad, incluso al norte de la frontera.
Se han eliminado varios programas de apoyo, incluidos unos 300 millones de dólares para promover las exportaciones y subsidios para ayudar a pagar coberturas de precios y el diésel, mientras que alrededor de 700 millones de dólares en ayuda para equipos y riego tecnificado se recortaron a 70 millones de dólares en el proyecto de presupuesto para 2021.
Y sin más apoyos del Gobierno, las granjas de maíz más grandes no pueden competir contra los agresivos esquemas de pago del gobierno de Estados Unidos -el primer exportador mundial del cereal- para sus propios productores, dijo Cacho, de Minsa.
En septiembre, el Departamento de Agricultura estadounidense dio a conocer detalles de una segunda ronda de ayuda para sus agricultores debido a la crisis del coronavirus, que incluye un estimado de 3,500 millones de dólares solo para los que siembran maíz, dijo la Federación Estadounidense de Oficinas Agrícolas.
Trump y el Congreso de Estados Unidos han aprobado desde fines de 2018 un estimado de 61,000 millones de dólares de pagos en efectivo y otros esfuerzos de apoyos para los agricultores a través de dos programas principales, uno que apunta a amortiguar las pérdidas causadas por las guerras comerciales y el otro en respuesta a la pandemia.
Con importaciones de maíz amarillo de alrededor de 3,000 millones de dólares anuales, México es el principal destino del grano estadounidense. Las importaciones aumentarán un 5% a 16.2 millones de toneladas en la temporada 2019/20, según las proyecciones de la Sader, mientras que las importaciones de maíz blanco aumentarán un 20%, pero en mucho menos volumen.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos estima que el maíz suministrado a compradores mexicanos en 2019/20 será de 18.3 millones de toneladas.
“Lo estamos vendiendo (el maíz) a precio internacional porque competimos (...) directamente con Ohio (y) Minnesota”, dijo Rogelio García, quien produce en el noreste de México maíz y sorgo.
CASTIGO A LOS MÁS GRANDES
De los más de 2.7 millones de productores de maíz de México, alrededor de un 90% trabaja en parcelas de menos de 20 hectáreas y López Obrador ha instituido un esquema de precios mínimos de 5,610 pesos (unos 263 dólares) por tonelada del grano para productores que cultivan hasta cinco hectáreas.
En marzo, López Obrador autorizó precios de garantía menos generosos para los productores de maíz con parcelas de hasta 50 hectáreas y que producen como máximo 600 toneladas por año, disponibles solo en tres estados del norte durante el ciclo otoño-invierno.
Esto está afectando a los agricultores más grandes, los que plantan 20 hectáreas o más, que representan más del 70% de la producción nacional y dicen sentir incertidumbre respecto a la disponibilidad de recursos incluso para este programa particular en cada nuevo ciclo agrícola.
“Las nuevas políticas fueron castigando a los productores con cultivos de más de 10 hectáreas”, señaló César Quezada, quien produce maíz, pollo y carne respecto al fin de las políticas que alguna vez brindaron una variedad de apoyos a los agricultores con operaciones de escala media o comercial.
“Vemos menor apetito (...) de estos productores en querer aumentar las hectáreas para producir maíz, soya o sorgo porque por un lado el mercado internacional está bajo y por el otro van a tener costos de producción más altos”, agregó Quezada. “Esto pone en peligro la producción de alimentos y seguridad alimentaria”.
El nuevo plan de presupuesto para la Sader señala, sin embargo, que se espera atender a 52,000 agricultores comerciales de maíz en 2021, además de a 182,000 pequeños productores del grano.