En un comunicado, Héctor Jiménez, dirigente de la organización que dice ser principal fuerza opositora en el Sindicato Minero, aseguró que tales recursos son de los trabajadores y no de Napoleón Gómez Urrutia, quien los canalizó a sus cuentas personales.
Se refirió a la acción legal en contra de la lideresa magisterial, Elba Esther Gordillo, y pidió que no sea un caso aislado y las autoridades ataquen a fondo casos de corrupción en dirigencias sindicales.
Afirmó que entre 2001, cuando asumió la dirigencia minera, y 2008, Gómez Urrutia se apropió de cuotas sindicales por 110 millones de pesos, todas contabilizadas; a lo que se suman 15 millones de pesos en el periodo 2009-2012 y que hace un total de 125 millones de pesos sólo por este concepto.
Héctor Jiménez abundó que en ningún momento Gómez Urrutia ha informado con transparencia el destino de las cuotas sindicales, y en las últimas asambleas sólo ha convocado a militantes que le favorecen.
Afirmó que Gómez Urrutia dispuso también de 54 millones de dólares que debieron ser entregados como indemnización a los trabajadores de Minera Cananea, problemática que llevó a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje a exigirle, en fecha reciente, que entregara esa suma sin que el laudo se haya cumplido a la fecha. En su opinión es posible conocer la ruta que siguieron los 54 millones de dólares, y los movimientos deben estar registrados en las cuentas de cheques del Sindicato Minero y personales de Gómez Urrutia.
Además, dijo, hace dos años en un pleno sindical se tomó el “acuerdo” de hacer un descuento permanente de 200 pesos mensuales por obrero, además de una rebaja de 600 pesos del aguinaldo y 200 pesos de las utilidades que recibieran para apoyar el pago a los abogados de ese dirigente.
Esos recursos de los afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana se enviaron directamente a Vancouver, Canadá, en donde vive Gómez Urrutia para después cubrir la deuda de 8 millones de pesos que tenía Gómez Urrutia con su abogado Néstor de Buen.