En México la enorme entrada de capitales, creó una euforia financiera exorbitante haciendo que el peso registrara un aparente fortalecimiento, llegando a cotizarse la moneda extranjera a niveles por debajo de los doce pesos. Situación que si bien abarata las importaciones y baja la inflación, desarticula las cadenas productivas impactando de manera directa las Pymes y al empleo, indica un estudio de Consultores Internacionales (CI).
“Hay quien se apresurará a decir que ello nos hará más competitivos en los mercados globales, y tendría razón, pero sólo si ignoramos que cerca del 75 % de lo que exportamos es importado. Nuestra plataforma manufacturera es primordialmente de ensamble, cerca del 60 % de los que enviamos al exterior son productos elaborados en las plantas maquiladoras, con un valor agregado mínimo. De igual forma, casi el 60 % de los alimentos que consumimos son importados; sabemos lo que la inflación está afectando a los sectores más pobres del país”, explica CI.
Reitera el trabajo que desde hace meses, cuando se anunció que las políticas monetarias de Estados Unidos, Japón y Europa iban a inundar sus economías de recursos frescos buscando reactivarlas, se advirtió que los países emergentes experimentarían una liquidez excesiva y quizás con efectos más negativos que positivos.
Consultores Internacionales explican que por un lado, la entrada de capitales abarata el financiamiento de los gobiernos y empresas, pero también aprecia las monedas y resta, por tanto, competitividad a los productos locales.
“El punto clave es que esta expansión monetaria no ha tenido realmente un soporte de productividad. Las grandes economías han echado a andar sus fábricas de dinero, y se han inyectado enormes recursos, casi tres trillones de dólares, pero obtenidos de la nada, dinero que ha perdido su valor y se ha convertido prácticamente en bilimbique”, añade.
El problema, agrega, es que mientras que las autoridades monetarias de los países avanzados esperaban que los recursos se destinaran a otorgar créditos vía los bancos, éstos prefirieron destinarlos a los mercados de bonos públicos y las bolsas de valores de los países emergentes, donde si bien el riesgo es mayor, la ganancia también lo es en relación con las tasas de sus países de origen que son prácticamente negativas.
La lluvia de dólares que ha caído sobre los mercados emergentes son capitales especulativos de alto impacto.
Ahora bien, en las últimas dos semanas el escenario ha cambiado de manera importante. Recordemos que los especuladores reaccionan rápidamente ante cualquier señal y debido a las expectativas que se han creado en los mercados financieros globales respecto a que la FED esté pensando en recortar estímulos ante la ligera mejoría de la economía norteamericana, los capitales golondrinos han empezado a salir de los mercados riesgosos para colocarse en bonos del tesoro norteamericano.
“Si tomamos en cuenta que este comportamiento perfectamente esperado de los capitales especulativos, se debió tan sólo a la insinuación de que el banco central estadunidense podría suspender o disminuir su programa de estímulos, no nos queremos imaginar lo que pasará si esto en realidad sucede. Lo que ya es una realidad, es que se ha empezado a introducir una alta volatilidad en los mercados financieros, la cual sin duda se volverá crónica”.
El gran problema, indica CI, surge cuando los vaivenes de los mercados financieros se traspasan a la economía real, cuando perdemos la direccionalidad y el camino se vuelve fangoso y el crecimiento lento. En este sentido, una política monetaria restrictiva o menos expansiva en las economías avanzadas, en particular la norteamericana, fortalecería al dólar y harían más baratas nuestras exportaciones.
Las consecuencias han sido claras, los analistas y las propias autoridades ya han revisado a la baja las expectativas de crecimiento para la economía mexicana, algunos situándolas por debajo del 3 % para este año. Incluso economías más sólidas como la China ya han empezado a reducir su ritmo de crecimiento, lo que no son buenas noticias para los países para los cuales el gigante asiático representa un importante mercado. El efecto dominó es inminente y podría transmitirse al terreno de los social, como a esta sucediendo en Brasil, situación que no es un hecho aislado, y que los demás países latinoamericanos debemos tener muy presente.
La conclusión es clara, lo que tenía que pasar pasó, los capitales golondrinos no harán verano y comenzaron a salir de los mercados emergentes, dejando un rastro de incertidumbre, sobre todo para economías como la nuestra que no tienen un firme soporte en el mercado interno. Ante tanta volatilidad, no es de extrañar que pronto estemos hablando de que el panorama se vuelve gris y quizás negro.
Debemos empezar a trabajar ya, consolidando las fortalezas que tenemos, pero sobre todo materializando los cambios y reformas que por cuestiones meramente patrioteras o de especulación política, no han podido avanzar. No esperemos a tener el fango hasta el cuello, porque será muy difícil salir.